domingo, 27 de octubre de 2019

Sobre chicas fuertes, independientes y BDSM


 

  La idea para escribir este post surgió de una conversación que ayer mismo sostuve con una chica súper especial, a raíz de un comentario que en cierto momento de la noche me hizo y que trajo una idea a mi cabeza, idea que si bien ya había pensado en muchas ocasiones, e incluso había expresado de forma muy escueta, no encontraba la inspiración, el punto sobre el que apoyar mi tesis para poder darle un poco más de consistencia, algo que como digo, y gracias a esta chica, pude hallar y por fin puedo expresar con total claridad.

  El título del post brinda cierta pista de cara a conocer un poco la tesis que aquí voy a desarrollar, sin embargo no lo dice todo, pues si bien voy a hablar sobre la relación existente entre BDSM y una chica fuerte e independiente, lo voy a hacer bajo un prisma bastante particular: Los beneficios físicos y psíquicos/emocionales que la práctica del BDSM puede acarrear dado que, y como bien he dejado entrever en alguna otra exposición, el BDSM es un fantástico instrumento no sólo sexual o emocional, sino que su práctica trae para las partes implicadas otros beneficios menos carnales y espirituales, más psíquicos y físicos, y no hallé un modo mejor de ilustrarlo sino a través de esta ejemplificación, es decir, lo que aquí voy a desarrollar es perfectamente extrapolable y aplicable a otros casos, a otros tipos de personalidades ya que, y como siempre digo, el BDSM cada quien lo vive como mejor le plazca y en las circunstancias que le parezcan siempre y cuando cumpla con los mínimos por los que siempre abogo, esto es, consenso, seguridad y sensatez (CSS), así como sinceridad, respeto y confianza (SRC).

 

1). Un acercamiento necesario

 

  En primer lugar, y antes de entrar en el tema objeto de este post, me gustaría explicar de forma muy breve los tres tipos de relaciones (aunque hay muchísimas más) que, y siempre a mi criterio, pueden darse principalmente en el BDSM; como he dicho no son las únicas, cada cual puede tener sus variantes, y ello siempre dependerá de las partes implicadas y de cómo quieran vivir esta experiencia.

-Relación y sesiones. Esta la he conocido hace relativamente poco, de manos de una dómina con mucha más experiencia que yo y a quien respeto muchísimo, y es tan simple como mantener una relación sentimental (abierta o cerrada) y mantener al BDSM aletargado, para luego, cada vez que las circunstancias lo permitan y/o haya disposición por ambas partes, practicar potentes e intensas sesiones, prolongándolas horas o incluso días, para una vez finalizada “abandonar” los roles y volver a un status de pareja tal cual.

-Relación BDSM. En este caso la idea es igualmente muy simple, ya que se trata de una relación normal de pareja, pero con añadidos de BDSM, esto es, a medio camino entre lo anterior y la relación 24/7 (la explicaré a continuación); hay aquí una relación de D/s en ciertas áreas, se mantienen las sesiones y se vive el BDSM de un modo quizás más cotidiano, aunque nunca al nivel de las 24/7, de hecho los roles se mantienen activos sólo en ciertas circunstancias y se retraen en otras, hay un comportamiento dominante/sumiso constante, pero cuando toca se apartan y se asume el status de pareja convencional sin roles.

-Relación 24/7. Esta es quizás la más potente de todas las relaciones BDSM, los roles se mantienen activos durante las 24 horas y los 7 días de la semana (de ahí su nombre) y no hay variación ninguna en ellos. No he conocido al menos de momento una pareja de estas características, sí testimonios de personas que lo han intentado y en muchos casos han acordado bajar el nivel o directamente poner punto final.

  Cada una de estas relaciones (que como digo ni son las únicas ni un numerus clausus) tienen sus ventajas e inconvenientes, y siendo sincero yo me quedo con la primera y con la segunda, aunque sin orden de preferencia ya que ambos son estilos con los que estoy seguro disfrutaría muchísimo; no obstante la que descarto de pleno es la tercera, es decir, 24/7, y ello por el desgaste energético y psíquico que conlleva, además de la implicación que exige a la que yo, personalmente, no me veo dispuesto por mi carácter y mis propias responsabilidades, y la verdad es que hay que ser responsable en este tema y no tomarse algo así a la ligera.

 

2). Beneficios físicos

 

  Ya habiendo esclarecido lo anterior, creo que va siendo hora de explicar los beneficios que el BDSM puede aportar a una persona, que como he dicho supra, y a modo de ejemplo, utilizaremos a una chica fuerte e independiente, además que sólo lo haré desde la visión de los dos primeros tipos de relaciones, y ello porque considero que la relación 24/7 conlleva un gran desgaste psíquico y emocional que resulta “contraproducente” para lo que aquí expondré, sin olvidar que no es un tipo de relación a la que aspire.

  Partamos de la base que el ser una persona con un carácter fuerte e independiente, de forma subconsciente, acarrea un desgaste constante que puede resultar a la larga agotador y que puede requerir de un descanso, de un apoyo, es decir, pasar la carga a otra persona aunque sea ello temporalmente… Cargar las pilas, por decirlo de algún modo para luego continuar adelante y retomar esa personalidad, ese carácter.

  A través del BDSM, y en las manos del dominante adecuado, una sesión puede transformarse en una válvula de escape perfecta físicamente, y ello porque si la sesión se desarrolla de forma correcta, la compenetración y la confianza es la idónea, la sumisa experimentará un alivio físico al abandonarse, al ceder el control al dominante que, a través de su conocimiento y experiencia, la llevará al placer, a la tranquilidad, y si todo incluso supera las expectativas, al subspace, esto es, una descarga extasiante de endorfinas, una sensación que según me han descrito, es similar a un estado narcótico, una droga natural que genera el propio cuerpo y que proporciona un estado de suma tranquilidad y paz, tanto así, que de no estar junto a la persona apropiada el estado puede ser un arma de doble filo, pues la sumisión que se alcanza en el subespace es absoluta, entendiendo este concepto de forma literal. Es por ello que un buen dominante no se aprovechará de ello, dejará que la sumisa disfrute de ese éxtasis durante unos minutos para luego regresarla poco a poco a un estado normal… Relajación absoluta, placer y tranquilidad, sensualidad y confianza.

  Una vez la sesión ha terminado, llega el momento del aftercare, otro instante en el cual el dominante ayudará a que la sumisa, vencida y derrotada por el placer que le ha hecho experimentar, siga disfrutando de paz y relax, ya que durante este instante le prodigará los cuidados y mimos necesarios para hacerle sentir bien, para acrecentar ese vínculo y ese lazo que los une, demostrándole así que es un buen dominante, un buen compañero y proporcionándole de paso el descanso físico que, en su posición diaria de chica fuerte e independiente, no ha podido tener.

  He aquí el gran beneficio físico, a través del placer y de las prácticas que con el BDSM puede experimentarse en una sesión, se logra liberar por un lado endorfinas naturales, alcanzar ese estado narcotizado de total sumisión y tranquilidad, de confianza absoluta, que brinda al cuerpo de la sumisa ese descanso literalmente placentero, y por otro, el posterior aftercare, el cual le permite sentir que tiene un apoyo, que cuenta con ese respaldo, con ese sustento que no le fallará y en quien puede confiar plenamente… Y ello sin olvidar el disfrute y el placer que ha experimentado durante la misma sesión.

 

3). Beneficios psíquicos y emocionales

 

  Una persona fuerte e independiente, que resuelve sus problemas por su cuenta, que se las apaña perfectamente ella sola, padece, y ello es así por una cuestión de lógica, de un cansancio y desgaste emocional y psíquico, pues admirablemente supera los obstáculos y salta las barreras sin contar con nadie más que ella misma, lo que es agotador con el paso del tiempo, ya que se desearía contar con un punto de apoyo sobre el que dejarse caer, a quien traspasarle esa pesada carga aunque sea momentáneamente.

  De sobra está decir que incluso en una relación vainilla, si la pareja se comporta como tal y existe confianza, se puede contar con esa posibilidad; sin embargo, y como expliqué en un post anterior, el BDSM es intensidad, y todo se magnifica de forma extremadamente maravillosa, y esto no es la excepción.

  Teniendo como punto de partida que en la propia relación el vínculo y la confianza generada gracias al BDSM es potente y por lo tanto la chica fuerte e independiente, y sin ser necesario que asuma su rol sumiso en todo momento (primera relación), confiará tanto en su compañero que no tendrá temor a mostrarse vulnerable, a bajar la guardia y ser natural y sinceramente más frágil aunque sea momentáneamente.

  Ahora bien, este vínculo, esta cercanía y confianza plena no sólo se la habrá ganado día a día, que también, sino que la fortalecerá gracias a las sesiones practicadas en las que demostrará a su sumisa que puede confiar en él, que la respeta, que no la juzga ni critica, que puede abrirse ante él y mostrarse vulnerable porque en el fondo él sabe el tipo de chica que es en realidad.

  Ya en la propia sesión la chica fuerte e independiente asumirá su rol de sumisa, se desposeerá de sus cargas psíquicas y emocionales, se las cederá a su Amo y este las tomará con respeto, sensatez y seguridad, velará por ellas, y le proporcionará el descanso que necesita para poder seguir adelante una vez la sesión finalice; el Amo toma el control y poco a poco, con ayuda del BDSM, va conduciendo a su sumisa por esa senda de placer, por esa senda de olvido y tranquilidad, y con un poco de suerte la llevará hasta el subespace, ese rincón en el cual todo se olvida, todo desaparece, no hay presiones, no hay angustias, está segura porque él está ahí, es un buen Amo, un buen compañero, se abandona, confía en él y en el respeto, seguridad y sensatez que le ha demostrado… Está descansada, sus emociones son de él, su psique está extasiada y puede disfrutar de esa liberación que le proporciona el descanso que necesita de un modo literal.

  Luego llega el aftercare, ese momento tras volver a la realidad donde los cuidados y los mimos le permiten estar totalmente abandonada, con su mente y sus emociones todavía libres de cargas y confiada que en las manos de su Amo está a salvo… Todo se acaba, su compañero le regresa sus cargas y entonces ella está renovada, fuerte e independiente una vez más.

 

Sirius B

miércoles, 9 de octubre de 2019

La magia de las cadenas

           
“Nunca fui tan libre como desde que tu cadena me ata, nunca volé tan alto como desde que a tus pies me arrodillo”

  Cuando leí esta maravillosa declaración de una sumisa a su señor una idea apareció casi de forma automática en mi mente, una idea que en forma de explicación dio respuesta a un interrogante que muchas veces se me ha planteado al decir que una relación BDSM del tipo que sea (en mi caso una pareja) hace a las dos partes libres, y la pregunta suele ser: ¿Cómo puede ser libre una persona que comparte una relación de dominación y sumisión? Será libre el Amo, no la sumisa.
  Es posible que a simple vista esto sea así, en efecto, sin rascar un poco más y quedarse en la superficie en una pareja-BDSM sólo uno de los integrantes es libre; no obstante si indagamos un poco, si reflexionamos y escuchamos, puedo asegurar que en una relación BDSM ambas partes son libres, y ello gracias a “la magia de las cadenas”, un simpático concepto que me saqué de la manga el día en que leí la frase del encabezado y que a continuación procedo a explicar, y lo haré de forma minuciosa pero sin resultar tedioso, dividiendo la exposición en dos partes: Primero a través de la magia de las cadenas en un plano material/sexual/erótico, para luego exponer la magia de las cadenas más emocional, más psíquica.

1º. Bondage, símbolo de poder pero también de libertad

  Existen muchísimos elementos asociados al BDSM, sin embargo el más reconocido de ellos, y aceptado socialmente me atrevería a decir, es el bondage (ataduras), y ello porque incluso entre la población vainilla puede darse este tipo de juegos, popularizados todavía más gracias a la saga fílmica y literaria 50 Sombras… ¿Quién no ha sido atado o esposado a la cabecera de la cama en más de una ocasión como un modo de romper con la rutina? Más de una pareja me atrevo a afirmar, y no necesariamente miembros del colectivo del BDSM.
  ¿Y en qué radica el atractivo de este tipo de prácticas? Simple: En el sometimiento, en la sensación de poder que la parte dominante ejerce sobre la parte atada, saber que está a su entera disposición, indefensa/indefenso, dependiendo de él o ella en todos los sentidos, en el significado más amplio de la palabra… Es suya/suyo, y ahí radica el atractivo, al menos en mi opinión y desde mi rol de dominante.
  El bondage, no obstante, está lleno de matices en el BDSM, se va más allá de unas esposas o una cuerda, se traspasa la línea de la cabecera y se busca el placer, la sensualidad, e incluso la belleza a través de la visión de un cuerpo a nuestra entera disposición, sin más límites que los marcados y conocidos de antemano, obsequiándonos un amplio margen para hacernos disfrutar y hacer disfrutar a nuestra pareja.
  Así el dominante se hace libre a través del bondage, utiliza las cadenas, los grilletes, las cuerdas o un simple trozo de satén o seda negra para liberar su dominio, “extasiarse” de poder, de autoridad, de sensualidad y placer, ya que sólo en los límites encuentra la frontera, dentro de aquellos puede ser él mismo, dominar, poseer, sentir como suya a la otra persona, recorrer el sendero de la libertad sexual sin prejuicios, sin censuras, confía en su sumisa, disfruta de su sumisión, del poder que le transmite, y sabe que con ella todo es posible pues no habrá críticas, no habrá desconfianza, no habrá condenas que atraviesen sus labios… Es libre para ser él mismo.
  ¿Pero y la sumisa, cómo puede sentirse libre con cadenas, grilletes, cuerdas o trozos de satén o seda reteniéndola, sujetándola, sometiéndola? Porque no existe nada más liberador que la confianza absoluta, la tranquilidad plena, saberse a salvo en manos de una persona que conoce las fronteras marcadas, alguien sensato a quien se ha entregado de forma consensuada y segura, quien no sólo la protege, sino que convierte su entrega en un instrumento de placer, rompiendo los tabúes, haciéndola explorar nuevos horizontes, y todo en un entorno que le proporciona la suficiente seguridad y tranquilidad como para sentirse libre, para ser ella misma, disfrutar entregándose en manos de su señor, de su amo, alguien que ha trabajado para conocerla en todas y cada una de sus facetas, que le ha demostrado que la respeta, que actúa con responsabilidad, en definitivas cuentas, que se ha ganado su confianza absoluta e incuestionable, que es consciente de dónde está su umbral, dónde está el placer y dónde se transformaría en dolor… Y bordea esa delgada línea, y ella más libre se siente, pues en la atadura puede desatarse, una peculiar paradoja como la que experimenta en ese momento, la de una libertad encadenada… Es libre para ser ella misma.
  La magia de las cadenas material, por así llamarla, no sólo puede experimentarse a través del bondage, aunque en mi opinión es el ejemplo perfecto, la mejor vía para conocerla y experimentarla plenamente, en toda su extensión, en todo su significado.

2º. Dominación y sumisión, libertad en estado puro

  Quizás esta parte sea más sencilla de explicar y entender que la anterior, no en vano partimos de la base que una relación BDSM es un pacto entre iguales, personas libres y con voluntad y criterio propio, que deciden llevar adelante una fantasía en la cual asumen un rol, y lo hacen de un modo consensuado, seguro y sensato, además de con sinceridad, respeto y confianza mutua. Por lo tanto, no hay que perder de vista que sólo mientras se esté en los roles y durante el tiempo que dure la relación, el intercambio de poder, el dominio y la sumisión, se mantendrá activa y nunca se ha de olvidar que en la realidad fuera de la pareja, en la vida misma, ambos poseen voluntad propia, ambos son iguales y ambos son libres, no hay jerarquía, no por ser hombre se está por encima de la mujer, esto no es machismo, esto es BDSM… Como siempre digo: Ante todo somos personas, no roles. Dicho lo anterior, y entrando ya en la magia de las cadenas más espiritual, emocional y/o psíquica, tengo que decir que, y al igual que sucedía en el apartado anterior, hablaré desde mis conocimientos de mi rol de dominante y de los testimonios que sumisas y sumisos que he conocido han tenido la cortesía de compartir conmigo.
  Ya en el mero acto de someterse a una persona, cederle el control de ciertas parcelas de su vida y de la relación que compartan, puede apreciarse la libertad, no en vano si la decisión no es tomada por voluntad propia, sin criterio, y sin siquiera ser consciente de lo que se está haciendo o en quién se está confiando, el consentimiento imprescindible para que exista BDSM está viciado, no cuenta, es nulo, y por lo tanto no existe BDSM.
  Teniendo esto claro, es decir, que la propia decisión de entrega es un acto de libertad, lo siguiente es conocer cómo se puede ser libre sometiéndose a una persona, y la respuesta no es demasiado difícil: Al someterse y ceder el control de ciertos ámbitos, y siendo el dominante una persona sensata, alguien con las ideas claras, madura y responsable, éste ayudará a la sumisa/sumiso a sentirse libre de toma de decisiones que, en cualquier caso, él como dominante tomará en su lugar, por supuesto siempre velando por el bien de su sumisa…
  “Nunca fui tan libre como desde que tu cadena me ata”… Y ello es posible porque mi cadena te sujeta pero no te asfixia, no te impide volar, te guía cuando es necesario, te educa cuando es preciso, rodea tu cuello, pero tú tienes la posibilidad de quitártela cuando así lo desees, pues yo dominante sensato, respeto tus decisiones, respeto tus límites, te respeto como mujer, te respeto como sumisa… “Nunca volé tan alto como desde que a tus pies me arrodillo”… Porque jamás te obligué ni obligaré a hacerlo, porque lo hiciste libre, y libre seguirás, porque pese a que te domino, a que ejerzo poder sobre ti, es una fantasía que compartimos, una relación que nos da placer, nos gusta y disfrutamos los dos, no hay egoísmo, no hay desconsideración… Arrodíllate a mis pies, que yo admiraré tu entrega, la corresponderé, no abusaré de ella, la tomaré como un tesoro, será mi instrumento para llevarnos por la senda de la pasión y el placer, será mi vía para ayudarte a crecer, ya no sólo como mi sumisa, sino también como mujer, como persona… Siéntete libre, porque eso eres, y aunque juntos compartamos esta relación, tú entraste libremente y libremente, si lo deseas, te marcharás.
  Cuando un dominante recibe la entrega absoluta de su sumisa, ya no sólo física, sino también emocional y psíquica, sería un idiota si despreciase ese obsequio, si lo utilizase para su beneficio egoísta, si no lo correspondiese con la entrega de su dominio sensato, seguro y placentero…
  “Nunca fui tan libre como desde que tu cadena me ata”… Ni yo tan libre como desde que te sometiste a mí, pues tu entrega, tu sumisión me hace ser yo mismo, me da confianza, seguridad y libertad, me hace ser natural, me da placer, me llena de pasión, de deseo y admiración por ti, sujeto la cadena y con dicha, pues tu amor, tu devoción y sumisión, me hacen ser libre…  “Nunca volé tan alto como desde que a tus pies me arrodillo”… Y yo nunca fui tan libre como desde que te tengo a mis pies, desde que me dedicas esa mirada incomparable, la mirada de mi sumisa, henchido de orgullo le concedo a esos ojos mi libertad, pues sé que contigo nada he de temer, puedo ser yo, sin prejuicios, sin que me condenes, me has dado tu confianza, te has puesto a mis pies, y yo con ese simple acto soy natural, soy tuyo, así como tú eres mía, soy tu señor, tu amo, como tal actúo donde puedo, y lo hago de forma libre y tranquila, sin aguardar reproches, sin temer cuestionamientos…
  El BDSM nos ha unido, nos ha vinculado, nos ha dado las cadenas que hoy nos enlazan, las mismas que rodean tus muñecas y te doblegan a mí en la visión más exquisita y sensual que los dioses hayan concebido, las mismas cadenas que rodean tu cuello y que yo sujeto con pulso firme y mano dura… El BDSM nos ha unido, y del mismo modo nos hace libres.

Sirius B
        
Dedicado a mi sumisa: Arwen

jueves, 3 de octubre de 2019

BDSM: Una forma fantástica y única de experimentar la intensidad




  El otro día, mientras iba camino a Alicante con un amigo, surgió el tema de la sexología, y a raíz de aquel terminamos hablando del BDSM, declarándole que yo era miembro del colectivo en el rol de dominante, detalle que le resultó curioso e interesante a partes iguales, preguntándome en primer lugar: ¿Qué es exactamente el BDSM? Una pregunta muy recurrente entre el común de los mortales, los cuales no comprenden nuestra forma de entender las relaciones, o bien directamente las tachan de raras, extravagantes, locas, o se limitan a simplificarlas casi a lo absurdo.
  Podría haberle recomendado a mi amigo un centenar de páginas web donde le responderían a su pregunta*, pero preferí darle yo mismo una respuesta nacida de mi propia y personal percepción del BDSM y todas las prácticas, experiencias, principios y conocimientos que he adquirido en estos casi ocho meses como miembro del colectivo, una respuesta subjetiva y personal, que en ningún caso tiene por finalidad erigirse como la única e indiscutible, al contrario, es muy probable que tú, dominante o sumisa que me lees, tengas tu propia opinión al respecto, y que el día en que te formulen esta pregunta, contestes algo muy diferente a lo que yo respondí a mi amigo y procedo a exponer a continuación… ¿Y sabes algo? Tanto tu respuesta, como la mía y la de cualquier otro miembro de nuestro colectivo, es totalmente respetable y acertada, pues como siempre digo, no existen ni mejores ni peores dominantes, ni tampoco mejores o peores sumisas, sino personas que disfrutan del BDSM de forma consensuada, segura y sensata, y mientras sea así, nadie puede imponerse como el poseedor o poseedora de la verdad absoluta.

  Entrando ya en materia, a mi parecer el BDSM es un modo único y maravilloso de vivir y disfrutar ya no sólo de nuestra sexualidad, que también, sino de nuestras relaciones, pues gracias al vínculo que lentamente se va forjando entre dominante (del sexo que sea) y sumisa/sumiso, y que se asienta sobre la base del consenso, seguridad, sensatez, respeto, sinceridad y confianza, las emociones y sensaciones que terminan enlazando a ambas partes, son intensas y profundas, alcanzando tal paroxismo que, y de darse las circunstancias, ambos experimentarán momentos de éxtasis pleno (ya hablaremos del sub space), se lo dirán todo con una mirada, se conocerán de manera íntima y extremadamente personal, serán recíprocamente receptores de una confianza ciega y bidireccional, conocerán la sinceridad en su plenitud y serán acreedores de un respeto que, aunque por opuestas y muy distintas razones, será total y absoluto, y todo ello en un ambiente, en una relación consensuada, segura y sensata.
  Así, yo defino al BDSM como un modo único e inigualable de experimentar y vivir la intensidad, el placer, las emociones, de poder llevar a cabo una fantasía de roles que, de hacerse y gestionarse adecuadamente, desembocará en una relación cercana, profunda y plena, la cual a su vez reportará beneficios mentales, emocionales y físicos para ambas partes, así como proporcionar las condiciones para disfrutar de una sexualidad que rompe con los tabúes, que traspasa los límites y empuja a quienes participan a explorarse a sí mismos en un entorno seguro y sensato.
  Para la sumisa o sumiso, y esto lo sé por lo que me ha dicho más de uno, la sensación de libertad, seguridad y tranquilidad que les proporciona un buen Amo en una relación BDSM, sea del tipo que sea, es tal, que puede conducirlos al éxtasis en una sesión, al alivio de poder centrarse en otras parcelas de su vida cuando han dado potestad a su Amo en otras, lo que sumado a la sensación de protección que poseen una vez el vínculo se ha consolidado, hacen del BDSM, para ellas y ellos, una filosofía vital, sexual y mental, única e incomparable con el mundo vainilla.
  Para los dominantes, y aquí vuelvo a mis apreciaciones personales, gozar de la entrega y sumisión de una persona, ser receptor de una confianza ciega, de una devoción extrema, es algo que no tiene precio; saber que somos merecedores de semejantes sentimientos, de la sinceridad y del respeto de nuestras propiedades, de nuestras sumisas o sumisos, es una situación casi indescriptible y que algún día deseo poder experimentar en carne propia, esforzándome para ser digno de semejante honor, de tamaña responsabilidad, actuando siempre con valores y principios férreos, los cuales he detallado aquí en mi blog en más de una ocasión.
  En definitivas cuentas, y por si no ha quedado claro, el BDSM para mí es una filosofía increíble, un instrumento maravilloso y único, capaz de dotarnos a quienes lo experimentamos, vivimos y disfrutamos, de emociones y sensaciones profundamente intensas, brindándonos la oportunidad de formar parte de algo fantástico, placentero, poderoso y espectacular… Es, por lo tanto, una forma incomparable de vivir la intensidad en todo su significado.

  Así se lo describí a mi amigo, así se lo transmití, y para cuando acabé él estaba sin palabras, asegurándome que si bien conocía el BDSM a través de oídas, jamás lo había visto bajo esta perspectiva, y que lamentaba profundamente tener los años que tiene y no unos pocos menos, para gozar de la ocasión de conocer en persona semejante modo de entender la sexualidad y las relaciones… Al parecer, soy un vendedor excelente…
  Fuera de bromas, me alegra haber contribuido, aunque sea sólo con una persona, a cambiar la opinión desprestigiada que los vainillas tienen sobre nuestro colectivo, sobre nuestro modo de vivir, sentir, follar, disfrutar, e incluso amar, la cual nada tiene que envidiar a la suya, muy por el contrario, son ellos quienes tienen que envidiarnos a nosotros dado que es a nuestra manera como se conoce lo que significa realmente intensidad.

Sirius B

*Son tres las páginas que a mí me sirvieron como vías de aprendizaje: La primera de ellas fue Wikipedia, con su completísimo artículo relativo al BDSM; la segunda fue la revista Cuadernos de BDSM; y la última de ellas, aunque yo diría que la más importante, fue el blog de mi apreciado amigo y maestro, El Faro, el cual está linkado aquí mismo en mi blog, y que sugiero encarecidamente su lectura para quien quiera iniciarse en el BDSM de la mano de un gran Dominante.



domingo, 25 de agosto de 2019

Consenso, seguridad y sensatez: Las tres bases y normas fundamentales

  Ya hace algo más de cuatro meses que salí de la mazmorra y liberé al dominante que tenía escondido en ella, me he reunido con otros miembros de mi colectivo, he entablado amistades y conocido experiencias de otros dominantes, he asistido a quedadas, charlas y debates, y aún hoy continúo mi aprendizaje con la lectura de los Cuadernos de BDSM, los blogs de otros dominantes y sumisas, el de mi amigo y maestro El Faro y el de mi amiga Little Brat respectivamente y sólo por citar alguno, y ello porque, tal como he dicho en otro post, en el BDSM, como sucede con cualquier disciplina o ciencia, jamás se deja de aprender.
  Sin embargo, y antes de continuar con otros escritos de análisis más personales, por así decirlo, a consejo de mi buen amigo El Faro, he decidido escribir sobre lo que yo llamo las tres bases fundamentales sobre las que se asienta el BDSM o cualquier práctica que pueda verse circunscrita a él, a saber:, consenso, seguridad y sensatez, y esto de cara a dejar claro lo que, a mi parecer, implican estas tres piedras angulares que sustentan este fantástico y rico mundo plagado de matices, lo que no obsta para que en todos y cada uno de ellos se respeten estos tres pilares.
  Antes de entrar concretamente en cada uno de los conceptos, resulta interesante dar una pincelada sobre su origen, el cual se debe a David Stein, quien  acuñó el citado término en 1983 y originalmente para el Comité de la GMSMA (Gay Male S/M Activists, la mayor organización homo sadomasoquista), y ya con posterioridad, con el crecimiento de la escena BDSM, su terminología fue finalmente adoptada por nuestro colectivo, el cual, por si no ha quedado del todo claro, pone especial énfasis en el cumplimiento de las mismas en relación con las prácticas, aunque incluso dentro del propio colectivo hay debates, dado que con posterioridad surgieron términos como el RACK o el metaconsenso, sobre los cuales, de ser preciso, más adelante dedicaré un post.
  Es también de mencionar que, y en cualquier caso, yo tomo estos pilares como básicos (y como yo muchos otros dominantes), pero no por ello me escudaré tras ellos para criticar a los practicantes de la neo guard, es decir, los que abogan y defienden tanto a RASK y al metaconsenso, como siempre digo, toda práctica es respetable siempre y cuando no atraviese la delgada línea del maltrato, el abuso y el salvajismo impropio de nuestro colectivo… Lo que es yo, prefiero seguir siendo de la old guard y tomar mi rol con estas tres bases, además de las que en repetidas ocasiones he mencionado (ver: “El dominante que soy y el Amo que quiero ser” y “Sinceridad, respeto y confianza”
1º. CONSENSO
  Consenso, o su versión en inglés, consensual, se puede definir como el acuerdo expreso de las partes respecto de las prácticas o la relación BDSM, su intensidad y forma, para lo cual, como he dicho, ambas partes han de expresarse transparente y abiertamente, dejando claros sus límites, preferencias, etc., para que de esa manera se dé o no el consentimiento, requisito básico y esencial para que sea una relación sensata y segura (ya explicaré su interrelación infra).
  Por supuesto, y creo que esto no hace falta que lo diga, el consentimiento no ha de darse ni bajo presión ni coacción, ya que, y hablando en términos jurídicos, este se vería viciado y carecería de toda validez, transformando la potencial relación BDSM en maltrato y/o abuso, todo lo contrario a lo que significa ser parte del colectivo.
  Es importante señalar que ningún dominante debe considerar por dado el consentimiento de una sumisa sólo por el mero hecho de serlo o interactuar con él, y conozco de casos que lo han hecho, pues el mismo ha de darse de forma libre, clara y expresa, sin dar lugar a confusión o interpretaciones subjetivas, dado que desde ese momento todo puede echarse a perder.
  Me gustaría indicar que, y aunque pueda pensarse lo contrario, a mi parecer el consentimiento ha de ser mutuo, es decir, no es algo exclusivo del rol sumiso, pues un dominante puede o no acceder a practicar alguna idea o fantasía propuesta por su sumisa, y dicho consentimiento puede negarse por múltiples causas, tanto porque no quiera llevar a cabo cierta práctica, porque no haya disfrutado de ella ya habiéndola probado, o por algo tan simple como su inexistente curiosidad o gusto por ella; así por ejemplo, en mi caso no me gusta para nada el control financiero, o el dominio sobre las amistades o relaciones personales de mi futura sumisa, ni tampoco intervenir en su vida familiar o laboral, puedo animarla, ayudarla y guiarla a la consecución de sus metas, pero en ningún caso tomaré el control de tales ámbitos.
  En definitivas: El consentimiento es la confirmación libre, clara y expresa que dan las partes para disfrutar de una relación BDSM, sea en la modalidad que sea, sensata y segura, respetuosa, sincera y transparente, no en vano esta primera norma básica engloba en ella muchos otros aspectos quizás más secundarios pero igualmente relevantes.
2º. SEGURO
  Seguridad, un término que ha de ser primordial en toda práctica BDSM y que puede definirse como el conocimiento que se tiene de la adecuada y correcta puesta en marcha de las fantasías, el uso de los juguetes/herramientas, así como respecto a la prevención de riesgos y daños irreparables que pueden llegar a producirse.
  Así pues, y de acuerdo con mi maestro El Faro, para calibrar la seguridad el Amo podría formularse la siguiente pregunta: ¿Si en este momento cayese aquí fulminado, la sumisa quedaría a salvo y podría ayudarme? A mi criterio es una excelente pregunta, y tal como dice mi amigo y maestro, si la respuesta es negativa entonces hay que replantearse la práctica; a modo de ejemplo: Si se inmoviliza a la sumisa con grilletes, cuerdas, etc., se le ha de proporcionar un medio de poder liberarse o socorrernos de ser necesario, por supuesto conservando el morbo y el atractivo del juego, después de todo ha de estar verdaderamente inmovilizada sin posibilidad de soltarse con excesiva facilidad.
  La seguridad también se enfoca respecto a otros ámbitos más íntimos, como son por ejemplo la prevención de ETS en los casos de relaciones Amo/sumisa abiertas o las cuales puedan entrañar algún tipo de riesgo de este tipo, para lo cual sería recomendable un control periódico (que no seguido) para evitar sorpresas inesperadas, y aún más en los casos de parejas BDSM considerablemente promiscuas.
  Por otro lado, la seguridad ha de circunscribirse al ámbito, como he señalado antes, de los juguetes y herramientas, ya que han de usarse de forma responsable (sensatez) y con el consentimiento expreso de la otra parte (consenso), conociendo los riesgos físicos que puedan producir (en el caso de herramientas muy intensas como pueden ser un látigo o una vara), pero también en el aspecto de la humillación y el masoquismo emocional, sea en el grado que sea, ya que son prácticas que de llevarse a cabo en entornos inseguros o sin medidas de seguridad adecuadas, podrían conllevar daños severos tanto psíquicos como emocionales en quien los padece.
  Sin consenso no puede haber BDSM, pero sin seguridad tampoco, y es importantísimo que una sumisa tenga clara una cosa: Si la seguridad del dominante es crucial, la de ella es diez veces más trascendental, no en vano será la amordazada, atada, engrillada, azotada, vejada, etc., y por lo tanto si el dominante en la primera sesión no le recuerda y exige unas normas de seguridad básicas, como es el caso de la palabra de seguridad, no está actuando con sensatez ni seguridad, de modo que no está obligada a consentir ningún tipo de práctica sobre su cuerpo.
  La seguridad es una cuestión de ambas partes, al igual que el consenso, y si bien los dos participantes han de tener las medidas de seguridad claras, recae en manos del dominante recordárselas a la sumisa cuando corresponda, y jamás ha de primar su placer por encima de la seguridad, de forma que si la sumisa le dice que ha de realizar una llamada de seguridad o enviar un mensaje a un contacto cada X horas, esto ha de cumplirse a rajatabla de cara a proporcionar a la sumisa la tranquilidad y la confianza necesarias para una total entrega a su Amo (sea en sesión aislada o a lo largo de una relación prolongada), así que el Amo, le guste o no, deberá cesar toda actividad en el momento en el que se tenga que cumplir con algún protocolo de seguridad, eso sí, con cabeza y criterio, serenando primero a la sumisa para que hable con su voz normal (en el caso de una llamada) o escriba con un pulso firme (en el de los mensajes).
  Es posible que con el tiempo, según crezca la confianza de la sumisa en su Amo, lo cual sucederá si hay seguridad, respeto, sinceridad y sensatez, las medidas y protocolos de seguridad que impliquen a terceros (como es una llamada o un mensaje) disminuyan o desaparezcan, aunque la seguridad siempre ha de existir del modo que sea, y principalmente por medio de la palabra de seguridad y algún tipo de alarma o práctica consensuada y acordada entre las partes, pues, y repito: Sin seguridad no puede haber consenso, y sin consenso no puede haber BDSM.
3º. SENSATEZ
  Definamos la sensatez como la responsabilidad expresada por ambas partes de cara a practicar BDSM de manera segura y realmente consensuada, siendo la que en definitivas cuentas engloba las normas anteriores, en tanto en cuanto implica el cumplimiento de ciertas obligaciones como son la abstinencia de drogas y alcohol durante o previamente a una sesión, el no poner en práctica algún tipo de juego o técnica sin contar con la suficiente experiencia por parte del Amo (la suspensión por ejemplo) o actuar de forma absurdamente dominante en todo lugar y en todo momento sin considerar el entorno y sus circunstancias. De esta manera, podríamos sintetizar este principio en la siguiente frase: Recibe y toma de tu sumisa sólo lo sensato, y domina y ofrece sólo con sensatez.
  Sin sensatez no puede haber ni consenso ni seguridad, pues si no se presta el consentimiento con cabeza, responsabilidad y lucidez, este se ve adulterado y viciado (tal como lo expliqué anteriormente), y si no se lleva a cabo con sensatez las prácticas, juegos y fantasías, se carece de toda seguridad… Sensatez + seguridad + consenso= BDSM… Sensatez – Seguridad = A no consenso… Consenso – sensatez = a no seguridad…. Consenso – sensatez – seguridad = a nada.
  Como puede verse, las normas básicas del BDSM, se conjugan unas con otras para dar forma a este fantástico mundo, y de fallarse en una las demás se vician, y una vez esto sucede todo se desmorona. Así mismo, y tal como expliqué en mi post titulado “Sinceridad, respeto y confianza”, estos tres pilares se ven fuertemente respaldados y reforzados por los tres eslabones que, y siempre a mi parecer, han de estar igualmente presentes en toda práctica o relación BDSM del tipo que sea, conformando así un hexágono que termina transformándose en una vivencia sana, responsable y placentera para quienes la experimentan.
Sirius B

martes, 13 de agosto de 2019

Dominio con clase

 
 
  En alguna ocasión he hecho referencia ya al papel que como Amo deseo ejercer sobre mi futura sumisa, es decir, ese dominante que soy y el Amo al que aspiro ser con la observancia y cumplimiento de ciertos principios básicos junto a los cuales se encuentran los tres pilares sobre los que se sustenta el BDSM, consenso, seguridad y sensatez.
  Es posible, aunque deseo que poco probable, que con mis escritos haya podido generar una idea “equivocada” de mi espíritu y naturaleza dominante, esto es, que a lo mejor más de alguien pueda pensar que pretendo ser un Amo excesivamente complaciente, o blando para con mi sumisa, que me doblegaré en extremo a su voluntad y con mi actitud encarnaré a un Amo que lo es sólo en su título, o reservado a momentos puntuales en los cuales pueda ejercer este papel más allá del mero simbolismo… Nada más lejos de la realidad, una cosa es que respete, cuide y, en su caso, hasta ame a mi sumisa, pero algo muy distinto es que por culpa de tales sentimientos olvide quién soy y quién es ella en los roles dentro de nuestra relación BDSM.
  Si algo he aprendido con la lectura de artículos y blogs de personas con más experiencia que yo en el BDSM, y concretamente de labios y pluma de dominantes que cargan sobre su espalda décadas de experiencia, es que el arte de la dominación es el equilibrio perfecto entre autoridad, control y dominio por un lado, y afecto, respeto y madurez por otro, es decir, lo que yo he venido a bautizar como el dominio con clase, pues a mi parecer tan ridículo es aquel Amo que se cree que con insultos, golpes y vejaciones, todo ello sazonado con dureza y frialdad, es un Amo cojonudo, como aquel otro que se doblega en extremo a la voluntad de su sumisa hasta desdibujar por completo su rol dentro de la relación, y si bien es cierto que cada cual entiende y vive el BDSM como mejor le parece, y que nadie tiene la verdad absoluta ni el manual del buen Amo o la sumisa de oro, es igualmente cierto que en el BDSM, y particularmente en una relación D/s, hay que cumplir con unos mínimos para mantener la magia y el morbo del juego.
  Así pues, lo que yo entiendo como dominio con clase viene a significar que en mi futura relación D/s actuaré como un Amo comprometido con la relación, que procuraré conocer a mi sumisa como tal y como persona, y la respetaré en todas las áreas en las que el respeto sea un elemento esencial, áreas como sus límites, la palabra de seguridad, sus objetivos personales, etc., lo que en cualquier caso no obsta para que imponga mi dominio, autoridad y control cuándo, cómo y dónde a mí me plazca teniendo en consideración por supuesto los mínimos principios y valores expuestos.
  Iría en contra de mi naturaleza y de mi visión del BDSM que si mi sumisa comete un error por segunda vez, habiéndole yo dado un primer aviso, deje ese error sin castigo, o que si me apetece someter a mi sumisa, respetando por supuesto los límites consensuados previamente, lo haga cuando a ella le parezca y no cuando yo quiera; así mismo, si quiero disciplinarla en su comportamiento, y para ello he de aplicar prácticas como el uso de grilletes, la jaula, el spanking o los azotes, me resulta igualmente lógico que pueda hacerlo sin que ella muestre oposición injustificada o se niegue en rotundo sólo porque no le da la gana, después de todo yo soy el Amo y ella la sumisa.
  Claro, todo esto que digo, que es sólo una pincelada a modo de ejemplo, ha de hacerse con buen criterio, con clase, con madurez y responsabilidad, lo cual ha de estar sazonado, y que nadie dude que lo estará, con una fuerte autoridad, rudeza y una dosis de crueldad cuando toque, pues si por algo me caracterizo es por mi lado algo sádico, y no lo puedo negar, si he de darle a mi dominio cierto grado de crueldad, por supuesto dentro de los límites del BDSM, lo haré.
  Por supuesto, siendo mi sumisa por encima de todo mi pareja, he de observar esos principios propios de seres civilizados, sensatos y responsables, y no negar los obvios sentimientos que entre ambos habrá, pero que nadie se equivoque, no por amarla voy a ser un Amo blando o débil, pues a mi entender no es mejor amo aquel que se muestra excesivamente complaciente, ni tampoco aquel que roza la fina línea del maltratador, sino aquel que domina con clase, aquel que hace de su dominio una vía para alcanzar el placer mutuo, aquel que ejerce su autoridad con fuerza, rudeza y firmeza, pero nunca sobrepasando los límites pactados ni tampoco ignorando las normas básicas del BDSM o las acordadas con la sumisa… Dominar a la sumisa, respetando a la persona.
 
Sirius B
 

lunes, 12 de agosto de 2019

Soy un dominante y no un machista

 
  Este post, si bien será breve, versa sobre un tema que en lo personal considero de capital importancia de cara a la imagen del colectivo BDSM en tanto en cuanto los que lo practicamos sanamente (siguiendo las 3 columnas básicas) somos muchas veces etiquetados con dos calificativos tan  equivocados como denigrantes: Machistas, y aún peor, maltratadores, y si bien como he dicho en muchas oportunidades no me importa con qué etiqueta se me marque (allá la sociedad y sus prejuicios, yo no cambiaré por ello), es igualmente cierto que estos dos términos resultan insultantes y suponen un atentado a mi persona dado que sólo por ver las relaciones de un modo distinto, se me equipara a lacras sociales como son los maltratadores y los machistas.
  Creo yo que hay muchísimas diferencias entre un dominante y un machista maltratador, o entre una sumisa y una víctima de maltrato, partiendo ya por los tres pilares que sustentan toda práctica BDSM, a saber, consenso, seguridad y sensatez… Yo no veo a un maltratador pidiéndole consensuar su maltrato a su pareja, o velando por su seguridad a través de la observancia de límites y de una palabra de seguridad que detenga su maltrato, ni tampoco lo imagino actuando con sensatez y moderación, con un riguroso autocontrol, cuestiones todas ellas que ha de tener un auténtico dominante para poder preciarse como tal.
  Un auténtico dominante vela y cuida de su sumisa como tal y como persona a través del cumplimiento del principio de “someter a la sumisa respetando a la persona”, para el Amo su sumisa es lo más preciado que posee, cuida de ella, la protege, la ayuda a crecer y a ser mejor sirviéndose de su dominio para ayudarla, respeta sus límites, respeta la palabra de seguridad, su voluntad y su libertad, no la ve como alguien inferior sólo por ser mujer ni como alguien carente de todo criterio, de toda razón… A un machista maltratador ni siquiera se le pasa por la cabeza ninguna de estas cuestiones, de estos principios (entre otros), sino que para él su pareja no es nada, no es nadie, sólo una sombra marchita sobre la que descargar su frustración, su misoginia, su estupidez y su mediocridad y miseria ya no sólo como hombre, que también, sino como ser humano.
  La sumisa se entrega a su Amo en cuerpo y alma porque así lo desea, porque lo ve como una figura de poder, de fuerza, pero también de confianza y buen criterio, desea complacerlo porque de ese modo se siente feliz al cumplir con ese rol que ha estado presente en su fantasía, en su mente y su corazón, porque no sólo lo satisface a él, sino también  a sí misma al hacerlo, porque sabe que cuando diga “rojo” todo se detendrá, porque sabe que puede confiar en su Amo, en su comportamiento, en su sensatez, porque el la cuida, porque la respeta en todas las áreas que ha dejado fuera del rol, y en las que están dentro de aquel no ha abusado de su dominio, porque aun estando sometida sabe que es libre, libre para expresarse con plena sinceridad (siempre con respeto y sumisión), libre para poder ser ella misma ante su Amo, y por encima de todo, libre para decir basta y marcharse cuando quiera… Un machista maltratador ni de broma será visto por su pareja de semejante modo, jamás permitirá que tenga libertad y voluntad de elección, no habrá confianza, respeto ni sinceridad, no habrá más que miedo, terror y angustia…
  Ya por último, y sé que este tema bien da para largo y me dejo mucho en el tintero (pero creo que los auténticos miembros del colectivo lo tenemos claro), el BDSM abarca muchas prácticas, y no sólo se reduce únicamente al SM, existiendo sumisas que son sólo eso, sumisas, y descartando cualquier otra práctica, o practicantes de SM que sólo lo practican y no se sienten ni sumisas ni dominantes… Vamos, en mi opinión creer que el BDSM es sólo látigos, azotes, dolor y humillaciones  es un error, y un error además que nos termina reduciendo a esa imagen que los falsos dominantes y las falsas sumisas han procurado dar de nuestro colectivo, y que nos termina reduciendo a “psicópatas narcisistas” y “niñas con el gusto por el maltrato”… Pues que una cosa quede clara: Yo soy un dominante, no un vulgar y miserable machista maltratador.
 
Sirius B
 

martes, 6 de agosto de 2019

Sobre roles y personas

 
Normalmente cuando alguien conoce que me gusta el BDSM, enseguida sufre una transformación mental por la cual deja de verme como una persona y empieza a verme como una especie de Amo loco y chiflado, perpetuamente con el látigo en una mano y el collar de la sumisa en la otra, olvidando por completo que si bien el BDSM integra una parte muy importante en mi vida, en tanto en cuanto rige lo que son mis relaciones de pareja, yo soy mucho más que el rol que pueda mantener en una relación, soy una persona.
  Como punto de partida, los que conocemos bien este ambiente, este estilo de sentir, pensar, actuar, vivir, follar, amar, sabemos perfectamente que el carácter no hace al rol y que incluso una persona que se muestre fuerte, tenaz, decidido y dominante en sus interacciones y relaciones sociales cotidianas, puede perfectamente llegar a casa y someterse a un dominante, y también a la inversa, una persona excesivamente sumisa puede asumir un rol de dominante en la intimidad de su dormitorio.
  Debido a mi corta trayectoria en el BDSM no he tenido la ocasión de conocer a tantos miembros de mi colectivo como me habría gustado, pero sí a los suficientes como para tener algo claro: La persona sumisa puede ser dominante, y una persona dominante puede ser sumisa, incluso hasta switch, que para quien no lo sepa es aquella persona que disfruta de ambos roles en función de cómo se sienta con su pareja en cuestión… ¡Hey, que no todo es blanco o negro! Bienvenidos al siglo XXI.
  Es más, cuando dos personas que se conocen en una fiesta bedesemera, o en una quedada, o en una reunión, no suelen presentarse como: Hola, me llamo Armando Bronca Segura o Susana Torio y soy dominante/sumisa/sumiso, en absoluto, porque lo que tienes delante no es un rol, es una persona.
  Es común entre los vainillas pensar que cuando los dominantes conocemos a una chica, enseguida le colgamos la etiqueta de sumisa, le ponemos el collar alrededor del cuello y sacamos el látigo para darle sus buenos azotes, o que un sumiso cuando conoce a una dominante lo primero que hace es arrojarse a sus pies, lamérselos y arrastrarse como un gusano para mostrar su sumisión… ¡Falso! ¿Qué pasa, que por ser ya miembros del colectivo BDSM perdemos todo atisbo de personalidad?
  No se puede negar, y de eso somos conscientes los auténticos practicantes de esto, que existen individuos que se creen, sea por pura ignorancia o mera estupidez y simpleza, que el BDSM se reduce a roles, es decir, que tras el dominante/sumisa/sumiso no hay nada más, sólo látigos, collares, grilletes, etc., y es lamentable, porque de estos engendros se encuentran muchísimos por la red, en esas falsas salas de chats de BDSM que se creen que por colgarse la etiqueta ya lo son, y son estos personajes (tanto hombres como mujeres) los que están perjudicando hoy al colectivo BDSM con la imagen que de nosotros proyectan al mundo, reduciéndolo todo al rol y no disfrutando de los miles de matices que el BDSM trae consigo cuando se explora, conoce y practica.
  Claro, gracias a estos renegados, muchos de los cuales se han subido al carro del BDSM porque está de moda y no porque se sientan dominantes/sumisas/sumisos de verdad, tomando la parte más superficial del BDSM, gritos, humillaciones mal hechas, azotes desproporcionados, sumisión/dominio absurdo en cualquier momento y en todo lugar, entre otra sarta de prácticas cutres y patéticas, es como luego el resto de la sociedad nos toman por psicópatas narcisistas o niñas con tendencia a sentir placer por el maltrato… ¿Estamos locos o qué? Y así, el BDSM se ha visto reducido sólo a roles, olvidándose a la persona que hay detrás.
  Es importante señalar, para la mayor parte de la población vainilla que juzga nuestras relaciones simplemente por quedarse con ese lado superficial, que cuando iniciamos una relación, los dominantes no le ponemos un contrato de sumisión delante a la persona a la que conocemos, ni le sacamos el látigo a la primera, ni le ofrecemos un collar de sumisión apenas intimamos un poco más – por cierto el collar ha de ser pedido por la sumisa y no por el Amo -, sino que, y tal como sucede entre los empalagosos romanticones, conocemos primero a la persona, porque puede o no estar en nuestra línea, sentir que hay química o no, etc., tantos o más factores que entre vainillas. Digo más, es posible que aun siendo del colectivo no se sea compatible, que se tengan visiones distintas, o se busque vivir el BDSM de un modo diferente, nuevamente intervienen multitud de factores.
  En definitivas cuentas, en el BDSM hay personas y no sólo roles, y creo que es algo que nos hace mucho daño, da mala imagen a nuestro colectivo y provoca que se nos vea como bichos raros que sólo buscan dominarse y someterse para cubrir alguna carencia profunda, cuando en realidad nuestro modo de entender las relaciones es sólo uno de muchos, que de practicarse de forma segura, sensata y consensuada, puede suponer embarcarse en una relación intensa y apasionada… Pero este será un tema para otro post.
 
Sirius B

lunes, 5 de agosto de 2019

Sinceridad, respeto y confianza

 
 
  Existen tres pilares sobre los cuales se sustenta el BDSM, pilares que todo practicante debe conocer y grabarse a juego en su cabeza si lo que quiere es disfrutar sanamente de este fantástico e increíble mundo nuestro, estos principios son: Consenso, seguridad y sensatez. Sin embargo, y como suelo decir, sin ánimo de dármelas de erudito, hay otras tres columnas que si bien son secundarias, se encuentran al mismo nivel que las anteriores, tanto así, que yo diría incluso que las complementan y que sin ellas tampoco puede haber BDSM sano, ya que si cualquiera de estas tres se incumplen, las bases se vienen abajo, me refiero al respeto, la confianza y la sinceridad.
 
1). Sinceridad. Algo que las relaciones BDSM tienen en común con las relaciones vainillas es la comunicación, la cual ha de cimentarse sobre una sinceridad absoluta; no obstante en el BDSM ésta sinceridad se torna aún más relevante y trascendente, ya que de carecer de ella cualquier mínimo malentendido, cualquier mínima situación incómoda y desagradable, puede suponer que todo se trastoque, que la relación pierda su esencia y que el consenso se vea trastocado, porque si se presta de forma viciada, simplemente por complacer a la otra parte, ya no es consenso libre y voluntario, ya no habrá disfrute, no habrá placer, y por lo tanto ya no hay BDSM.
  Y la sinceridad ha de ser mutua, es decir, bidireccional, no basta que el Amo exija de su sumisa sinceridad absoluta si él no la tiene, ya que cabe recordar que a un amo no se le conoce por lo que exige, sino por lo que ofrece, y si al Amo en cuestión no le apetece llevar a cabo cierta práctica o no le resulta agradable cierta situación, ha de decírselo a su sumisa, no en vano la sinceridad es vital, y el Amo ha de ser un ejemplo en todo para su sumisa.
  Así mismo, sin sinceridad y con el consenso por tanto viciado, la seguridad se ve igualmente afectada, en tanto en cuanto la sumisa, por ejemplo, que detesta la suspensión o no le resulta placentera guarda silencio sólo por absoluta complacencia a su Amo, no expresa su desagrado, de modo que el Amo sigue practicándola sin conocer la contrariedad; de esta manera también se viene abajo la sensatez, ya que la actitud de la sumisa al negarse a desvelar su incomodidad es insensata, y la conducta del Amo en consecuencia también.
 
2). Respeto. Creo que este punto es de pura lógica, de sentido común, y algo exigible en toda relación humana sea de familia, de amistad o de pareja; una vez más, no obstante, el respeto cobra una fuerza y una trascendencia crucial en el BDSM, en tanto en cuanto es una pieza fundamental del juego en muchos ámbitos: Respeto mutuo entre Amo y sumisa dentro y fuera de los roles, respeto de la figura del Amo por parte de la sumisa ya en el rol, respeto del Amo hacia los límites de la sumisa y hacia la palabra de seguridad, etc.
  El respeto se conjuga de miles de formas con las tres bases del BDSM y con la sinceridad, de hecho si no existe respeto ya de base no existirá sinceridad, y por ende, tampoco consenso, seguridad y sensatez, y en consecuencia tampoco BDSM ni relación alguna posible entre Amo y sumisa.
 
3). Confianza. He aquí la tercera columna y tal vez la más importante y la que enlaza y vincula a todas las demás, pues la confianza es el punto de partida de una relación, y en una relación BDSM con aún mayor razón, ya que sin confianza entre Amo y sumisa no hay juego posible, no hay vínculo y por lo tanto tampoco BDSM.
  Ha de existir confianza recíproca, y ella se construye poco a poco entre Amo y sumisa, y tal vez aquí es donde entran en juego los demás principios esenciales: La confianza provee sinceridad y hace que nazca respeto, y al mismo tiempo que van surgiendo la sinceridad y el respeto la confianza se va retroalimentando, ya que si la sumisa respeta a su Amo lo verá con más confianza y con la confianza llegará la sinceridad; por otro lado, con la confianza llegará el consenso, la seguridad y la sensatez, y al igual que sucedía con la sinceridad y el respeto, la confianza propicia el fortalecimiento del triángulo SSC, pero a su vez estos también brindan trascendencia a la confianza, ya que el consenso actúa como una muestra de confianza en tanto en cuanto con él llega la entrega de la sumisa, sucediendo lo mismo con la seguridad y la sensatez, dado que si el Amo actúa con cuidado (seguridad) y se muestra sensato, la confianza de la sumisa en él crecerá y será del todo afianzada.
 
  Como vemos el hexágono que se forma entre respeto, confianza, sinceridad, consenso, seguridad y sensatez es un círculo que propicia una sana relación BDSM, que en definitivas cuentas es lo que se busca; por supuesto de sobra está decir que como en todo, estas bases han de aplicarse en ambas direcciones, ya que no sólo la sumisa asume riesgos (aunque en efecto es la que más riesgos toma), sino que también el Amo se puede ver en una situación difícil o comprometida por una mala sumisa, que existen aunque el mundo no las conciba.
 
Sirius B
 
 

lunes, 22 de julio de 2019

Reafirmando ideas: Mi primera quedada BDSM

 
  El presente post no va a ser excesivamente largo, ya que en realidad vengo a comentar brevemente las impresiones e ideas que pude extraer de mi primera quedada el pasado fin de semana, siendo la más importante de ellas que hay tantas formas de vivir el BDSM como dominantes y sumisas existen, y ello porque cada uno lo experimenta y lo traslada a su vida del modo que mejor le plazca; trasladando esto a mi propia vida, me da la tranquilidad, quizás ya tenida pero no del todo afianzada, de poder experimentar el BDSM tal como lo quiera hacer, siempre y cuando me ajuste a las tres bases esenciales y comunes: Consenso, seguridad y sensatez.
  Por otro lado, al estar en un ambiente común a mis gustos pude presenciar el dominio ejercido por algunos amos sobre sus sumisas, concretamente dos, algo que trajo a mi mente el refuerzo que necesitaba, tal como sucediese cuando conocí distintos juguetes (el potro, la cruz de San Andrés, etc.) y logré sacarlos al exterior y hacerlos reales, fue como saber que esto que durante años fue sólo fantasía, llegado el caso será totalmente veraz.
  Otra cuestión que me llamó poderosamente la atención fue el hecho, o mejor dicho, la confirmación que cualquiera puede llegar a transformarse en sumisa, incluso una chica que en realidad no ha tenido contacto con el BDSM de modo alguno, siempre y cuando por supuesto tenga la disposición y la tendencia, aunque sea de forma subconsciente, de ser sumisa y conozca el BDSM de un modo sano con un buen dominante que sepa introducirla con buen juicio y criterio… ¡Ah! Y en relación a esto debo añadir que, y contrariamente a lo que se suele pensar, el colectivo de los dominantes no es sólo terreno de hombres o el de las sumisas sólo de mujeres, ni tampoco las dominas son unas machorras ni los sumisos son unos enclenques, y puedo dar fe de ello porque ese día de seis dominantes que éramos, dos eran dominas y de las mejores que he conocido, y sus dos sumisos eran tíos que en apariencia jamás se pensaría que lo son a simple vista; esto viene a echar por tierra el mito mal extendido entre los vainillas de que en nuestro colectivo los hombres son los dominantes y las mujeres son las sumisas, o que las dominas sólo lo son con hombres débiles.
  Por cierto, y esto va dirigido a todo vainilla que quiera saberlo: Los dominantes no somos Cristian Gray, no tenemos un físico despampanante ni una cuenta bancaria sin fondo alguno, somos personas normales y corrientes, chicos y chicas que sabemos cómo ejercer un magnetismo muy especial en quien así lo deseamos, hacernos poco a poco con su confianza y sumisión hasta hacerlas nuestras; para el dominante auténtico no es necesario ganarse el respeto y la sumisión de su pareja a golpe de talón, sino siendo nosotros mismos y contando con el consentimiento y confianza de la otra persona.
  En relación con lo anterior, he de decir que los miembros del colectivo BDSM somos personas normales y corrientes, algunos en extremo freaks y con inquietudes como cualquier ser humano; y si bien esto yo lo sabía gracias a la lectura de artículos y blogs que así lo reflejaban, es igualmente cierto que gracias a esta quedada puedo rendir cuenta de ello y decirlo con conocimiento de causa… ¡Somos un puñado de freaks! Y por cierto, tampoco dejamos de disfrutar de algunos placeres freaks como son, por ejemplo, las películas Disney u otro tipo de cine, no somos unos seres apagados, oscuros o siniestros, adustos y serios que van por ahí látigo en mano practicando spanking o azotando al mundo.
  Otro aspecto positivo de la quedada fue el hecho, como ya he dejado caer, de estar rodeado de personas con las que comparto este ambiente, algo que fue en extremo positivo pues pude plantear dudas, inquietudes y conocer de primera mano historias y experiencias curiosas que vinieron a darme una idea todavía más clara, siendo esto quizás lo mejor: Gracias a reunirme durante horas con gente de mi ambiente, pude sentirme integrado dentro de una forma de entender la sexualidad y las relaciones que hasta hace relativamente poco no eran más que fantasías rodeadas de prejuicios, de manera que saber que no soy el único y poder vivirlo en carne propia, trasladándolo de la mente a la realidad, me ha dado un plus de confianza y me ha permitido afianzar todavía más lo que para mí ya es un modo como cualquier otro de vivir mi sexualidad y mis futuras relaciones de pareja.
 
Sirius B
 

miércoles, 17 de julio de 2019

Te miro y te domino

 
Quien me conoce sabe que en mí habita un dominante y también un friki, que disfruto del BDSM y de las cosas frikis por igual, y es por esto que he titulado este post así, “Te miro y te domino”, ya que es una frase típica de un personaje de la serie La Que Se Avecina: Cada vez que hace algo en lo que el cree que es bueno (erróneamente en el 99,99% de las veces) suelta “te miro y te….” Lo que sea, de modo que me resultó gracioso darle esta connotación así como humorística.
Bien, entrando en materia y dejando a un lado esta explicación tan freak, hace tiempo en la publicación “Cuadernos de BDSM” (publicación que recomiendo encarecidamente para los aprendices y para los ya expertos) leí un artículo titulado “La mirada de la sumisa”, escrito donde su autor describía lo que se podía llegar a experimentar bajo la mirada de una sumisa, esa devoción casi divina bajo la que una sumisa puede llegar a contemplarnos, y que sinceramente algún día deseo experimentar en mis carnes; a raíz de esto, y según he ido adentrándome más y más en el BDSM, conociendo sus matices, sus luces y sus sombras, he ido pensando que no sólo la mirada de una sumisa tiene que ser algo cuanto menos asombroso y fascinante, sino que nuestra mirada, es decir, la de los dominantes, puede llegar a convertirse en un arma significativamente poderosa. Estoy seguro que no seré ni el primero ni el último que haya escrito o hablado sobre este tema, de manera que no quiero que se me tome por una especie de listillo o iluminado, pero es una cuestión sobre la que he estado reflexionando y que quería compartir aquí para quien quiera leerlo.
Normalmente en las parejas vainilla ya consolidadas las miradas lo son todo y en muchas ocasiones es suficiente mirarse en la distancia para sostener una comunicación no verbal sólo entendida entre los integrantes; así por ejemplo, si uno de los integrantes de la pareja está hablando de más, o se está comportando de una manera tal vez indecorosa, basta que su compañero o compañera le lance una mirada fulminante para que su actitud varíe o para que sea consciente de lo que está haciendo, y si esto es así en las relaciones vainillas, ¿qué sucederá en una relación BDSM en la que las emociones y sensaciones son más intensas y profundas si cabe?
Si la mirada de una sumisa es un espectáculo maravilloso, según lo descrito por aquel autor y por otros dominantes a los que he tenido la dicha de conocer, nuestra mirada, es decir, la de los dominantes tiene que ser lo mismo para una sumisa, sólo que en nuestro caso se convierte no en un instrumento de adoración, que no digo yo que no pueda serlo también, sino en una vía de dominación que puede dar mucho juego llegado el caso, un modo no verbal de dotar a la dominación de un aspecto morboso en una reunión de amigos fuera del ambiente, de hacer sentir a la sumisa como nuestra en la distancia, o incluso hacerla reparar en un error en cierto momento y dejarle claro que: Cuando te tenga a solas te demostraré quien es el Amo.
Por otro lado, y sin perjuicio de lo anterior, la mirada del Amo hacia su sumisa puede ser también una vía de compensación en los casos en los que se sienta complacido, un modo de demostrarle lo mucho que le excita su sumisión en una sesión, lo mucho que la desea cuando se somete a su dominio, y hasta una manera de “intimidarla” de una forma que rompa un poco con la monotonía o la rutina que puede llegar a implantarse en la relación.
Finalmente, aunque estoy seguro que me dejo algo en el tintero (ya lo aprenderé en los comentarios o al vivirlo en persona), como he dicho antes en las relaciones BDSM las emociones, la entrega, la confianza, y por qué no decirlo, hasta el amor se viven de una manera más fuerte, profunda e intensa, al menos a mi criterio, que en una relación convencional/vainilla, y ello porque la confianza y la fusión entre un amo y su sumisa puede alcanzar un grado muy intenso y profundo; en consecuencia el juego de miradas entre amo y sumisa alcanzará cuotas de importancia equiparables a su grado de implicación y entrega, pudiendo la sumisa demostrar su entrega absoluta a su amo, su devoción, con tan sólo una mirada, y el amo en cuestión dejarle claro su orgullo hacia ella como sumisa, sus sentimientos en ciertas ocasiones, su rol dominante, y como no, someterla, intimidarla y dominarla con sus ojos como instrumento.
 
Sirius B

domingo, 14 de julio de 2019

El Dominante Que Soy Y El Amo Que Quiero Ser

 
 
  Como dejo claro en la presentación de mi blog, no hace mucho que decidí aceptar mi lado dominante e iniciar la búsqueda de mi integración en el colectivo del BDSM, esa extraordinaria y nunca bien ponderada forma de entender las relaciones, la sexualidad, e incluso, hasta el mundo y la vida. Aunque todavía me queda un extenso camino por delante, ya que como en cualquier disciplina jamás se deja de aprender, tengo que decir que tras la lectura de varios artículos, blog y opiniones, así como un espectacular encuentro con dos dominantes a los que respeto muchísimo, he podido por fin encarrilar mi camino, asentar del todo mis convicciones y empezar a perfilar el tipo de dominante que soy y, en consecuencia, el Amo que seré el día en que logre encontrar a mi sumisa.
  Por lo tanto, y como consecuencia de lo anterior, quiero dejar claros dos puntos: En primer lugar, en ningún caso esta lista enumera las cualidades o virtudes que otros dominantes tienen que tener, ya que, por un lado, siendo principiante no tengo ni los conocimientos ni la experiencia como para hacer algo así, y por otro, cada cual puede entender y vivir el BDSM como mejor le parezca mientras cumpla las tres normas básicas y esenciales; en definitiva, esta lista es una mera enumeración personal, es decir, las cualidades que yo tengo, y que por tanto, aspiro a poner en práctica cuando por fin encuentre a mi sumisa. Y, en segundo lugar, no se trata de algo cerrado y que no pueda sufrir variaciones, estoy seguro que las sufrirá si se da el caso, bien por conocer más y más el BDSM (con el paso del tiempo) o bien porque al ponerlas en práctica he de perfilarlas; por decirlo de algún modo, estas son las bases sobre las cuales quiero erigirme como dominante y futuro amo, sobre ellas pretendo ir construyendo mi identidad BDSM, mejorándola, variándola y ampliándola.
  Ya como último matiz, tengo que decir que la lista no está ordenada por orden de preferencia, considero que todas estas cualidades han de estar en un perfecto equilibrio si deseo ser en el futuro un buen Amo, por lo tanto la primera es tan importante como la última.
 
1º) Autoridad. Cualquiera podrá decir que esto es de cajón, si eres un dominante y aspiras a ser un Amo has de tener autoridad, sin embargo los modos de alcanzar esa autoridad pueden ser muchos y variados, y yo abogo por conseguirla de la mejor forma posible, es decir, a través de la aplicación de mis valores y principios personales; además mi autoridad será lógicamente  moderada y sensata, ajustada a los límites del juego y del acuerdo que haya alcanzado con mi sumisa, para que de ese modo los dos disfrutemos sana y placenteramente de la misma. Ejemplo práctico: No es lo mismo imponer mi autoridad con una absurda y constante imposición de castigos, que hacerlo a través de ganarme su respeto y demostrarle que bajo mi dominio no sólo disfrutará, sino que incluso, en las parcelas que así ella me permita llegado el caso, no haré un uso abusivo de la misma.
 
2º) Posesividad. Como tengo claro que a lo que aspiro es a una sumisa-pareja, mi intención es que en los momentos en los cuales estemos dentro de los roles, e incluso si llegamos a vivir algo así a medio camino de una relación 24/7, quiero que en todo momento tenga presente que es mía y sólo mía, que yo soy su Amo, su Dueño, y procurar que lo experimente de todas las formas posibles; por supuesto, y esto lo tengo más que claro, pero lo matizo para evitar confusiones equivocadas, soy y seré plenamente consciente que esto es un rol, un juego, no la realidad como tal, porque una persona no puede ser literalmente propiedad de otra en ningún rincón civilizado… No obstante, y permitiéndonos el BDSM experimentar esa sensación de posesión de un modo consensuado, sensato y seguro, pretendo explotarlo tanto como se pueda. Ejemplo práctico: Aunque yo la sienta mía y ella me sienta a mí como su dueño, ella es plenamente libre para tomar una decisión tan crucial como es finalizar la relación… Sé que es obvio, sé que es lógico, pero es quizás la mejor situación que puede ilustrar lo que intento decir.
NOTA: Hay desaprensivos que hacen del BDSM una práctica retorcida que despoja a la sumisa de toda voluntad y libertad, la vejan y la reducen a nada; en mi opinión, y sé que es compartida por los auténticos dominantes y sumisas que disfrutamos sanamente del BDSM, estos individuos son seres deleznables y bajos, la lacra responsable de la mala imagen que el colectivo BDSM tenemos en la sociedad.
 
3º) Rudeza. Aquí entro en un terreno más personal, aunque para que no se preste a la confusión procedo a explicarlo: Entiéndase rudeza no a la concepción vulgar y violenta que tiene el típico machito ibérico absurdamente chulo, sino aquella que puede enmarcarse dentro de los límites del BDSM, que me sirva para conducirme y conducirla al placer, a esa sensación de dominio que ambos dos perseguimos con su sometimiento, esto es, emplear una actitud ruda cuando proceda, cuando se preste al juego, a los roles. Ejemplo práctico: Atraparla con rudeza por las muñecas para robarle un beso, darle una nalgada, someterla de forma sorpresiva, etc.
 
4º. Respeto. El respeto es para mí fundamental, es una de las máximas del BDSM dado que de no existir aquel el consenso, la seguridad y la sensatez perderían todo su significado; sin embargo el respeto, y siempre a mí parecer, no ha de circunscribirse únicamente a las prácticas BDSM en las sesiones o en la “relación 24/7” (respeto a la palabra de seguridad, a sus límites, a su criterio, etc.), sino también a la relación en sí, y todavía más si a lo que aspiro es a una sumisa-pareja, y más si quiero ganarme su respeto y tener sobre ella dominio y autoridad. Ejemplo práctico: Si ella me cuenta un logro, alguna noticia de su vida, lo que yo no voy a hacer es actuar como un cretino o como un Amo absurdamente dominante en un contexto como ese.
 
5º) Confianza. En una relación BDSM la confianza ha de ser primordial, y a mí parecer en ambas direcciones, ya que si bien es cierto que mi sumisa me entregará la suya con sus respectivos límites, no es menos cierto que yo también le entregaré la mía en tanto en cuanto confiaré en que su sumisión es verdadera y genuina, y que disfruta de mi dominio de forma auténtica y no hallaré sorpresas desagradables que me pongan en una posición delicada. Ejemplo práctico: Si consiente a practicar una sesión, no me gustaría encontrarme al día siguiente con una denuncia de maltrato.
 
6º) Abierto en mis sentimientos. Jamás he compartido ese absurdo planteamiento de algunos machotes de que un hombre que expresa sus sentimientos es menos hombre, o que declarar tu amor a la mujer con la que compartes tu vida te hace parecer débil, de modo que en mis relaciones procuro ser expresivo en todos mis afectos, y fue precisamente por esto que me costó tanto reconocer y liberar mi lado dominante y abrazar el BDSM, por esa errónea idea de que mostrarme afectuoso o no expresarle mis sentimientos a mi sumisa me haría parecer un Amo sin autoridad, sin dominio, sin fuerza… ¡ERROR! Gracias a un dominante al cual respeto mucho, y cuyos escritos fueron uno de los pilares de mis inicios en el BDSM, descubrí que estaba equivocado, que ternura, cariño e incluso romanticismo no son conceptos incompatibles con el BDSM y que para todo hay un momento; de esta forma he podido liberarme aún más, desatar al dominante que reprimía hasta ahora y dotarlo de un alma y una mente equilibradas en la que ternura y dominio pueden ir de la mano… Creo que como ejemplo es suficiente señalar el término de una sesión como uno de los instantes más idóneos en los que se refleja esta unión.
 
  Me gustaría hacer dos apuntes ya a modo de conclusión:
1). Como he dicho con anterioridad, todas estas virtudes, estas cualidades son un conjunto en sí mismas, es decir, unas van ligadas a las otras y tienen la misma relevancia; no puede haber autoridad sin respeto, rudeza sin confianza, posesividad sin afecto, o rudeza sin afecto, autoridad sin confianza ni posesividad sin respeto. Además insisto en que ni se trata de una lista cerrada e invariable, seguramente con el paso del tiempo, y cuando encuentre a mi sumisa, la misma se verá ampliada y/o mejorada, ni pretende ser una guía para aprendices de dominante, pues aún no me atrevería a tutelar a nadie, sin olvidar que cada quien vive el BDSM según le parezca, y cada cual ha de encontrar su propio estilo de dominación/sumisión.
2). Y ya como último apunte, me gustaría dejar claro que bajo estos principios, virtudes y cualidades tan genéricas subyacen otras que para no hacer excesivamente largo el post no he mencionado: Así dentro del respeto podría decir la caballerosidad y la capacidad de reconocer mis errores, dentro de la confianza la sinceridad y la transparencia, dentro de la autoridad la sensatez y el autodominio, dentro de la afectividad la ternura y la comprensión, englobadas en la posesividad el cuidado y la lealtad, y bajo la rudeza el consenso y la seguridad, entre muchas otras que espero poder descubrirle a mi sumisa cuando la halle.
  No sé si soy un buen o un mal dominante, tal vez a algunos miembros del ambiente le suene ridículo y a otros todo lo contrario, quizás encuentre sumisas a las que no les guste y a otras que les encante, pero yo soy así, o al menos quiero y deseo serlo, pues considero que todas estas cualidades son perfectamente compatibles y no por existir ternura o cariño he de ser un Amo débil, sino todo lo contrario… En fin, ya se lo demostraré a mi sumisa el día en que la encuentre.
 
Sirius B

Sobre el collar y su poder

    El título de la entrada es muy ilustrativo, de modo que no cabe hacer puntualizaciones ni dar excesivas explicaciones respecto al mism...