domingo, 25 de agosto de 2019

Consenso, seguridad y sensatez: Las tres bases y normas fundamentales

  Ya hace algo más de cuatro meses que salí de la mazmorra y liberé al dominante que tenía escondido en ella, me he reunido con otros miembros de mi colectivo, he entablado amistades y conocido experiencias de otros dominantes, he asistido a quedadas, charlas y debates, y aún hoy continúo mi aprendizaje con la lectura de los Cuadernos de BDSM, los blogs de otros dominantes y sumisas, el de mi amigo y maestro El Faro y el de mi amiga Little Brat respectivamente y sólo por citar alguno, y ello porque, tal como he dicho en otro post, en el BDSM, como sucede con cualquier disciplina o ciencia, jamás se deja de aprender.
  Sin embargo, y antes de continuar con otros escritos de análisis más personales, por así decirlo, a consejo de mi buen amigo El Faro, he decidido escribir sobre lo que yo llamo las tres bases fundamentales sobre las que se asienta el BDSM o cualquier práctica que pueda verse circunscrita a él, a saber:, consenso, seguridad y sensatez, y esto de cara a dejar claro lo que, a mi parecer, implican estas tres piedras angulares que sustentan este fantástico y rico mundo plagado de matices, lo que no obsta para que en todos y cada uno de ellos se respeten estos tres pilares.
  Antes de entrar concretamente en cada uno de los conceptos, resulta interesante dar una pincelada sobre su origen, el cual se debe a David Stein, quien  acuñó el citado término en 1983 y originalmente para el Comité de la GMSMA (Gay Male S/M Activists, la mayor organización homo sadomasoquista), y ya con posterioridad, con el crecimiento de la escena BDSM, su terminología fue finalmente adoptada por nuestro colectivo, el cual, por si no ha quedado del todo claro, pone especial énfasis en el cumplimiento de las mismas en relación con las prácticas, aunque incluso dentro del propio colectivo hay debates, dado que con posterioridad surgieron términos como el RACK o el metaconsenso, sobre los cuales, de ser preciso, más adelante dedicaré un post.
  Es también de mencionar que, y en cualquier caso, yo tomo estos pilares como básicos (y como yo muchos otros dominantes), pero no por ello me escudaré tras ellos para criticar a los practicantes de la neo guard, es decir, los que abogan y defienden tanto a RASK y al metaconsenso, como siempre digo, toda práctica es respetable siempre y cuando no atraviese la delgada línea del maltrato, el abuso y el salvajismo impropio de nuestro colectivo… Lo que es yo, prefiero seguir siendo de la old guard y tomar mi rol con estas tres bases, además de las que en repetidas ocasiones he mencionado (ver: “El dominante que soy y el Amo que quiero ser” y “Sinceridad, respeto y confianza”
1º. CONSENSO
  Consenso, o su versión en inglés, consensual, se puede definir como el acuerdo expreso de las partes respecto de las prácticas o la relación BDSM, su intensidad y forma, para lo cual, como he dicho, ambas partes han de expresarse transparente y abiertamente, dejando claros sus límites, preferencias, etc., para que de esa manera se dé o no el consentimiento, requisito básico y esencial para que sea una relación sensata y segura (ya explicaré su interrelación infra).
  Por supuesto, y creo que esto no hace falta que lo diga, el consentimiento no ha de darse ni bajo presión ni coacción, ya que, y hablando en términos jurídicos, este se vería viciado y carecería de toda validez, transformando la potencial relación BDSM en maltrato y/o abuso, todo lo contrario a lo que significa ser parte del colectivo.
  Es importante señalar que ningún dominante debe considerar por dado el consentimiento de una sumisa sólo por el mero hecho de serlo o interactuar con él, y conozco de casos que lo han hecho, pues el mismo ha de darse de forma libre, clara y expresa, sin dar lugar a confusión o interpretaciones subjetivas, dado que desde ese momento todo puede echarse a perder.
  Me gustaría indicar que, y aunque pueda pensarse lo contrario, a mi parecer el consentimiento ha de ser mutuo, es decir, no es algo exclusivo del rol sumiso, pues un dominante puede o no acceder a practicar alguna idea o fantasía propuesta por su sumisa, y dicho consentimiento puede negarse por múltiples causas, tanto porque no quiera llevar a cabo cierta práctica, porque no haya disfrutado de ella ya habiéndola probado, o por algo tan simple como su inexistente curiosidad o gusto por ella; así por ejemplo, en mi caso no me gusta para nada el control financiero, o el dominio sobre las amistades o relaciones personales de mi futura sumisa, ni tampoco intervenir en su vida familiar o laboral, puedo animarla, ayudarla y guiarla a la consecución de sus metas, pero en ningún caso tomaré el control de tales ámbitos.
  En definitivas: El consentimiento es la confirmación libre, clara y expresa que dan las partes para disfrutar de una relación BDSM, sea en la modalidad que sea, sensata y segura, respetuosa, sincera y transparente, no en vano esta primera norma básica engloba en ella muchos otros aspectos quizás más secundarios pero igualmente relevantes.
2º. SEGURO
  Seguridad, un término que ha de ser primordial en toda práctica BDSM y que puede definirse como el conocimiento que se tiene de la adecuada y correcta puesta en marcha de las fantasías, el uso de los juguetes/herramientas, así como respecto a la prevención de riesgos y daños irreparables que pueden llegar a producirse.
  Así pues, y de acuerdo con mi maestro El Faro, para calibrar la seguridad el Amo podría formularse la siguiente pregunta: ¿Si en este momento cayese aquí fulminado, la sumisa quedaría a salvo y podría ayudarme? A mi criterio es una excelente pregunta, y tal como dice mi amigo y maestro, si la respuesta es negativa entonces hay que replantearse la práctica; a modo de ejemplo: Si se inmoviliza a la sumisa con grilletes, cuerdas, etc., se le ha de proporcionar un medio de poder liberarse o socorrernos de ser necesario, por supuesto conservando el morbo y el atractivo del juego, después de todo ha de estar verdaderamente inmovilizada sin posibilidad de soltarse con excesiva facilidad.
  La seguridad también se enfoca respecto a otros ámbitos más íntimos, como son por ejemplo la prevención de ETS en los casos de relaciones Amo/sumisa abiertas o las cuales puedan entrañar algún tipo de riesgo de este tipo, para lo cual sería recomendable un control periódico (que no seguido) para evitar sorpresas inesperadas, y aún más en los casos de parejas BDSM considerablemente promiscuas.
  Por otro lado, la seguridad ha de circunscribirse al ámbito, como he señalado antes, de los juguetes y herramientas, ya que han de usarse de forma responsable (sensatez) y con el consentimiento expreso de la otra parte (consenso), conociendo los riesgos físicos que puedan producir (en el caso de herramientas muy intensas como pueden ser un látigo o una vara), pero también en el aspecto de la humillación y el masoquismo emocional, sea en el grado que sea, ya que son prácticas que de llevarse a cabo en entornos inseguros o sin medidas de seguridad adecuadas, podrían conllevar daños severos tanto psíquicos como emocionales en quien los padece.
  Sin consenso no puede haber BDSM, pero sin seguridad tampoco, y es importantísimo que una sumisa tenga clara una cosa: Si la seguridad del dominante es crucial, la de ella es diez veces más trascendental, no en vano será la amordazada, atada, engrillada, azotada, vejada, etc., y por lo tanto si el dominante en la primera sesión no le recuerda y exige unas normas de seguridad básicas, como es el caso de la palabra de seguridad, no está actuando con sensatez ni seguridad, de modo que no está obligada a consentir ningún tipo de práctica sobre su cuerpo.
  La seguridad es una cuestión de ambas partes, al igual que el consenso, y si bien los dos participantes han de tener las medidas de seguridad claras, recae en manos del dominante recordárselas a la sumisa cuando corresponda, y jamás ha de primar su placer por encima de la seguridad, de forma que si la sumisa le dice que ha de realizar una llamada de seguridad o enviar un mensaje a un contacto cada X horas, esto ha de cumplirse a rajatabla de cara a proporcionar a la sumisa la tranquilidad y la confianza necesarias para una total entrega a su Amo (sea en sesión aislada o a lo largo de una relación prolongada), así que el Amo, le guste o no, deberá cesar toda actividad en el momento en el que se tenga que cumplir con algún protocolo de seguridad, eso sí, con cabeza y criterio, serenando primero a la sumisa para que hable con su voz normal (en el caso de una llamada) o escriba con un pulso firme (en el de los mensajes).
  Es posible que con el tiempo, según crezca la confianza de la sumisa en su Amo, lo cual sucederá si hay seguridad, respeto, sinceridad y sensatez, las medidas y protocolos de seguridad que impliquen a terceros (como es una llamada o un mensaje) disminuyan o desaparezcan, aunque la seguridad siempre ha de existir del modo que sea, y principalmente por medio de la palabra de seguridad y algún tipo de alarma o práctica consensuada y acordada entre las partes, pues, y repito: Sin seguridad no puede haber consenso, y sin consenso no puede haber BDSM.
3º. SENSATEZ
  Definamos la sensatez como la responsabilidad expresada por ambas partes de cara a practicar BDSM de manera segura y realmente consensuada, siendo la que en definitivas cuentas engloba las normas anteriores, en tanto en cuanto implica el cumplimiento de ciertas obligaciones como son la abstinencia de drogas y alcohol durante o previamente a una sesión, el no poner en práctica algún tipo de juego o técnica sin contar con la suficiente experiencia por parte del Amo (la suspensión por ejemplo) o actuar de forma absurdamente dominante en todo lugar y en todo momento sin considerar el entorno y sus circunstancias. De esta manera, podríamos sintetizar este principio en la siguiente frase: Recibe y toma de tu sumisa sólo lo sensato, y domina y ofrece sólo con sensatez.
  Sin sensatez no puede haber ni consenso ni seguridad, pues si no se presta el consentimiento con cabeza, responsabilidad y lucidez, este se ve adulterado y viciado (tal como lo expliqué anteriormente), y si no se lleva a cabo con sensatez las prácticas, juegos y fantasías, se carece de toda seguridad… Sensatez + seguridad + consenso= BDSM… Sensatez – Seguridad = A no consenso… Consenso – sensatez = a no seguridad…. Consenso – sensatez – seguridad = a nada.
  Como puede verse, las normas básicas del BDSM, se conjugan unas con otras para dar forma a este fantástico mundo, y de fallarse en una las demás se vician, y una vez esto sucede todo se desmorona. Así mismo, y tal como expliqué en mi post titulado “Sinceridad, respeto y confianza”, estos tres pilares se ven fuertemente respaldados y reforzados por los tres eslabones que, y siempre a mi parecer, han de estar igualmente presentes en toda práctica o relación BDSM del tipo que sea, conformando así un hexágono que termina transformándose en una vivencia sana, responsable y placentera para quienes la experimentan.
Sirius B

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