domingo, 4 de julio de 2021

El orgullo de ser su Amo y de tener a mi sumisa

 

 

  Como siempre digo, las relaciones BDSM son muchas y variadas, dependen de muchísimos factores, circunstancias y, por supuesto, de la voluntad de quienes se ven inmiscuidos en ellas, en cualquiera de los dos roles y sea cual sea su nivel de compromiso y entrega en la misma. En mi caso, la relación que desde hace 8 meses vengo a sostener con mi sumisa, Arwen, es de tipo 24/7, monógama, exclusiva y sentimental, pues nos hemos servido del BDSM para alcanzar un punto de confianza, compromiso, entrega y sinceridad que ninguna relación vainilla, que yo haya conocido, ha experimentado. Este nivel de estabilidad y entrega mutua, que ha echado abajo los cimientos de los prejuicios sociales y nuestros temores impuestos por nuestros respectivos pasados vainilla, nos ha permitido experimentar sensaciones y emociones intensas y potentes, cargadas de fuerza, pasión y, como he pregonado muchas veces en entradas anteriores, incluso respeto y amor. Esto me ha permitido adentrarme en un mundo hasta ahora desconocido, un mundo que, y como reza el título de la entrada, me ha descubierto el orgullo de ser un Amo y el tesoro de tener una sumisa, y no una sumisa cualquiera, sino una sumisa que para colmo me ama profunda y apasionadamente.

  Cualquiera de estos dominantes payasos que hoy por hoy pululan por las redes antisociales, y que abogan por un BDSM malsano y violento, seguramente se arrancarán los ojos si por casualidad llegan a leer esta entrada, eso si no lo hicieron ya con la titulada “Edulcoremos un poco: Amor y BDSM”, ya que para el común de estos falsos Dominantes, la posibilidad de compartir un vínculo sentimental con su propiedad les es del todo imposible, toda vez que para ellos lo primordial, lo prioritario es satisfacer su narcisismo a través del hundimiento y destrucción de sus propiedades, para luego desecharlas en pro de una nueva víctima a la que llevar a su destructivo mundo de azotes injustificados, maltrato psicológico y aniquilación de la autoestima.

  Pues bien, con la presente entrada vengo a demostrar, una vez más y sirviéndome de mi propia experiencia, cuan equivocados están estos payasos y como una relación-BDSM bien construida, monógama, exclusiva y sentimental puede funcionar mejor que su propuesta apática, violenta y malsana, cargada de inestabilidad y maltrato psicológico y emocional. Y esto lo haré a través de una serie de ítems cuya rúbrica ilustrará perfectamente el mensaje que quiero transmitir, alcanzando finalmente una simple y sencilla conclusión: Estoy orgulloso de ser el Amo de mi sumisa, y encima contar con el tesoro de su sumisión.

 

1º. PERRA DE UN SOLO DUEÑO

 

  Esta fue una frase dicha por mi sumisa hace mucho tiempo, pronunciada a propósito de la mutua fidelidad que nos profesamos desde el principio, y del rechazo que nos produce tanto la práctica de compartir como la de introducir a terceras personas en nuestra relación. Esta simple sentencia es la perfecta síntesis de lo que es BDSM y un vínculo sentimental: Por un lado, mi sumisa sabe que es mi propiedad, que es mi perra, y ella se siente de esa manera, lo vive y lo experimenta. Mientras que por otro lado, declara su intención de ser perra de un único Dueño, por lo tanto asevera que su amor, su entrega, su sometimiento se circunscribe única y exclusivamente a mí, además de ratificar que, tanto como límite dentro del BDSM así como candado dentro del vínculo sentimental, este es un principio básico e inalienable.

  Así, podemos ver como es perfectamente compatible tener un vínculo sentimental (amor) sin perder de vista ni un ápice de los roles que componen nuestro colectivo y el papel que cada uno de ellos debe desempeñar en la relación: Mi sumisa es mi perra, eso desde luego, pero ni yo ni ella tenemos la intención de permitir que juegue con otros o que otros jueguen con nosotros.

 

2º. MI SUMISA, MI ZORRA

 

  Esta fue una frase dicha por mí en una de las muchas sesiones online que hemos tenido, dejando bien claro que puede ser una zorra, una guarra y una calienta braguetas, pero sólo conmigo, con nadie más. ¿La razón? Odio que otros u otras toquen lo que es mío, lo que me pertenece y, por supuesto, mi sumisa es mía, es mi posesión y así la siento, la miro y la veo, y ella me lo hace sentir y vivir. Una vez más nos vemos frente a dos caras de la misma moneda, encontrando en una a la zorra que quiero que sea, y en la otra la exclusividad y fidelidad que quiero que me guarde como mi posesión más preciada, aquello a lo que más amo en este mundo. Ella es, en efecto, mi sumisa, mi zorra, pero lo que más atesoro y lo más importante que tengo.

 

3º. EL AMOR, UNA MOTIVACIÓN PARA HACERLA CRECER

 

  Me hace mucha gracia cuando algunos Dominantes sostienen que con amor no se puede ser un buen Amo, ya que a su parecer amar a nuestra propiedad supone la muerte de nuestra dureza e inflexibilidad, según aseveran, enamorarnos o amar a nuestras sumisas supone la castración de nuestro lado dominante. Nada más lejos de la realidad, para todo hay un momento, incluso aún no habiendo una relación sentimental, un vínculo amoroso con nuestra sumisa, en el BDSM se incorpora la ternura y el cuidado en nuestras prácticas a través del after care, aunque muchos chulos muy guays lo olviden.

  No obstante, y sin perjuicio de lo anterior, como siempre he dicho nuestras propiedades nos dan un tesoro tan bonito como es su entrega, su sumisión, la posibilidad de controlarlas y velar por ellas en determinados momentos y según los límites de cada cual. Por lo tanto, despreciar ese tesoro con frialdad, dureza e inflexibilidad permanente, es un insulto, escupir a la cara a quienes merecen todo nuestro cuidado, atención y respeto, ya que si alguien sabe lo que es amar de verdad, esa es una sumisa, toda vez que alcanza tal grado de fascinación y amor hacia su Señor, que se entrega en cuerpo, mente y alma para complacerlo en todo lo que él así desee.

  Yo amo a mi sumisa, y no me avergüenzo de ello, pues amar es algo maravilloso que no por ser Dominante me voy a privar de experimentar, pues es precisamente este sentimiento el que aviva cada una de las emociones y sensaciones que deseo experimentar (posesión, dominación, etc.), pero a la vez me hace ser más duro si he de castigarla por hacer algo indebido o desobedecerme dado que su sumisión, entrega y obediencia me hace sentir su amor, además de alentarme a velar por su bienestar físico, emocional y mental (deber de todo buen Amo) y asegurarme que esté bien en todo momento, guiarla, ayudarla a crecer y a evolucionar como persona y como sumisa.

 

4º. EL ORGULLO DE SER SU AMO

 

  Lo mejor de tener una sumisa que no sólo es nuestra por ser sumisa, sino que es nuestra en todos los sentidos incluso en el sentimental (nos ama), es que cada día se esfuerza un poco más en crecer, en ser cada día un poco más nuestra, en entregarnos más de ella en cada acción y decisión que toma dirigida hacia nosotros. Quien tenga esta fortuna, el de ser Señor de una sumisa que lo ama, sabrá a lo que me refiero… Es cegador, es asfixiante e intenso lo que estos tesoros nos hacen experimentar con su entrega, su miedo a fallarnos, su necesidad de sentirse nuestras, su natural dependencia sumisa amplificada por su amor, su sumisión pura y sincera…, son sensaciones, emociones, experiencias que convierten al BDSM en una forma increíble de experimentar un vínculo y una conexión emocional y mental que, aun en la distancia como es mi caso, nada tienen que envidiar al más intenso de los romances vainillas.

  El orgullo del que hablo aquí no se circunscribe únicamente a su comportamiento como sumisa, que en el caso de mi propiedad es impresionante y maravilloso, sino más al sentimiento de orgullo que nos hace sentir el vernos como receptores de tamaña entrega, confianza y amor… Y digámoslo claro, cualquier vainilla daría lo que fuera por recibir y experimentar algo como lo que el BDSM y nuestras sumisas nos obsequian con su amorosa entrega. En mi caso concreto, Arwen ha llegado a manifestar su intención de seguir creciendo y vinculándose a mí al punto de terminar convirtiéndose en mi esclava, y yo me pregunto: ¿Qué sentiré entonces, si hoy por hoy, sólo como mi sumisa, me transmite estas sensaciones?

 

5º. CONCLUSIÓN

 

  Quien afirme que una relación sentimental y el BDSM no son compatibles, no sabe lo que dice, después de todo se pierde dos grandes placeres difíciles de igualar: Tener la sumisión de una mujer que lo ama, y amar a una sumisa que se posee y domina. En mi caso, afirmo sin duda alguna, que después de conocer este vínculo, puedo afirmar lo que en su día con certeza aseveraba: No puedo amar sin BDSM, pero no puedo ser Amo de mi sumisa sin amarla

 

Sirius B

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