Como siempre digo,
las relaciones BDSM son muchas y variadas, dependen de muchísimos factores,
circunstancias y, por supuesto, de la voluntad de quienes se ven inmiscuidos en
ellas, en cualquiera de los dos roles y sea cual sea su nivel de compromiso y
entrega en la misma. En mi caso, la relación que desde hace 8 meses vengo a
sostener con mi sumisa, Arwen, es de tipo 24/7, monógama, exclusiva y
sentimental, pues nos hemos servido del BDSM para alcanzar un punto de
confianza, compromiso, entrega y sinceridad que ninguna relación vainilla, que
yo haya conocido, ha experimentado. Este nivel de estabilidad y entrega mutua,
que ha echado abajo los cimientos de los prejuicios sociales y nuestros temores
impuestos por nuestros respectivos pasados vainilla, nos ha permitido
experimentar sensaciones y emociones intensas y potentes, cargadas de fuerza,
pasión y, como he pregonado muchas veces en entradas anteriores, incluso
respeto y amor. Esto me ha permitido adentrarme en un mundo hasta ahora
desconocido, un mundo que, y como reza el título de la entrada, me ha
descubierto el orgullo de ser un Amo y el tesoro de tener una sumisa, y no una
sumisa cualquiera, sino una sumisa que para colmo me ama profunda y
apasionadamente.
Cualquiera de estos
dominantes payasos que hoy por hoy pululan por las redes antisociales, y que
abogan por un BDSM malsano y violento, seguramente se arrancarán los ojos si
por casualidad llegan a leer esta entrada, eso si no lo hicieron ya con la
titulada “Edulcoremos un poco: Amor y BDSM”, ya que para el común de estos
falsos Dominantes, la posibilidad de compartir un vínculo sentimental con su
propiedad les es del todo imposible, toda vez que para ellos lo primordial, lo
prioritario es satisfacer su narcisismo a través del hundimiento y destrucción
de sus propiedades, para luego desecharlas en pro de una nueva víctima a la que
llevar a su destructivo mundo de azotes injustificados, maltrato psicológico y
aniquilación de la autoestima.
Pues bien, con la
presente entrada vengo a demostrar, una vez más y sirviéndome de mi propia
experiencia, cuan equivocados están estos payasos y como una relación-BDSM bien
construida, monógama, exclusiva y sentimental puede funcionar mejor que su
propuesta apática, violenta y malsana, cargada de inestabilidad y maltrato
psicológico y emocional. Y esto lo haré a través de una serie de ítems cuya
rúbrica ilustrará perfectamente el mensaje que quiero transmitir, alcanzando
finalmente una simple y sencilla conclusión: Estoy orgulloso de ser el Amo de
mi sumisa, y encima contar con el tesoro de su sumisión.
1º. PERRA DE UN SOLO DUEÑO
Esta fue una frase
dicha por mi sumisa hace mucho tiempo, pronunciada a propósito de la mutua
fidelidad que nos profesamos desde el principio, y del rechazo que nos produce
tanto la práctica de compartir como la de introducir a terceras personas en
nuestra relación. Esta simple sentencia es la perfecta síntesis de lo que es
BDSM y un vínculo sentimental: Por un lado, mi sumisa sabe que es mi propiedad,
que es mi perra, y ella se siente de esa manera, lo vive y lo experimenta.
Mientras que por otro lado, declara su intención de ser perra de un único
Dueño, por lo tanto asevera que su amor, su entrega, su sometimiento se
circunscribe única y exclusivamente a mí, además de ratificar que, tanto como
límite dentro del BDSM así como candado dentro del vínculo sentimental, este es
un principio básico e inalienable.
Así, podemos ver
como es perfectamente compatible tener un vínculo sentimental (amor) sin perder
de vista ni un ápice de los roles que componen nuestro colectivo y el papel que
cada uno de ellos debe desempeñar en la relación: Mi sumisa es mi perra, eso
desde luego, pero ni yo ni ella tenemos la intención de permitir que juegue con
otros o que otros jueguen con nosotros.
2º. MI SUMISA, MI ZORRA
Esta fue una frase
dicha por mí en una de las muchas sesiones online que hemos tenido, dejando
bien claro que puede ser una zorra, una guarra y una calienta braguetas, pero
sólo conmigo, con nadie más. ¿La razón? Odio que otros u otras toquen lo que es
mío, lo que me pertenece y, por supuesto, mi sumisa es mía, es mi posesión y
así la siento, la miro y la veo, y ella me lo hace sentir y vivir. Una vez más
nos vemos frente a dos caras de la misma moneda, encontrando en una a la zorra
que quiero que sea, y en la otra la exclusividad y fidelidad que quiero que me
guarde como mi posesión más preciada, aquello a lo que más amo en este mundo.
Ella es, en efecto, mi sumisa, mi zorra, pero lo que más atesoro y lo más
importante que tengo.
3º. EL AMOR, UNA MOTIVACIÓN PARA HACERLA CRECER
Me hace mucha gracia
cuando algunos Dominantes sostienen que con amor no se puede ser un buen Amo,
ya que a su parecer amar a nuestra propiedad supone la muerte de nuestra dureza
e inflexibilidad, según aseveran, enamorarnos o amar a nuestras sumisas supone
la castración de nuestro lado dominante. Nada más lejos de la realidad, para
todo hay un momento, incluso aún no habiendo una relación sentimental, un
vínculo amoroso con nuestra sumisa, en el BDSM se incorpora la ternura y el
cuidado en nuestras prácticas a través del after care, aunque muchos chulos muy
guays lo olviden.
No obstante, y sin
perjuicio de lo anterior, como siempre he dicho nuestras propiedades nos dan un
tesoro tan bonito como es su entrega, su sumisión, la posibilidad de
controlarlas y velar por ellas en determinados momentos y según los límites de
cada cual. Por lo tanto, despreciar ese tesoro con frialdad, dureza e
inflexibilidad permanente, es un insulto, escupir a la cara a quienes merecen
todo nuestro cuidado, atención y respeto, ya que si alguien sabe lo que es amar
de verdad, esa es una sumisa, toda vez que alcanza tal grado de fascinación y
amor hacia su Señor, que se entrega en cuerpo, mente y alma para complacerlo en
todo lo que él así desee.
Yo amo a mi sumisa,
y no me avergüenzo de ello, pues amar es algo maravilloso que no por ser
Dominante me voy a privar de experimentar, pues es precisamente este
sentimiento el que aviva cada una de las emociones y sensaciones que deseo
experimentar (posesión, dominación, etc.), pero a la vez me hace ser más duro
si he de castigarla por hacer algo indebido o desobedecerme dado que su
sumisión, entrega y obediencia me hace sentir su amor, además de alentarme a
velar por su bienestar físico, emocional y mental (deber de todo buen Amo) y
asegurarme que esté bien en todo momento, guiarla, ayudarla a crecer y a
evolucionar como persona y como sumisa.
4º. EL ORGULLO DE SER SU AMO
Lo mejor de tener
una sumisa que no sólo es nuestra por ser sumisa, sino que es nuestra en todos
los sentidos incluso en el sentimental (nos ama), es que cada día se esfuerza
un poco más en crecer, en ser cada día un poco más nuestra, en entregarnos más
de ella en cada acción y decisión que toma dirigida hacia nosotros. Quien tenga
esta fortuna, el de ser Señor de una sumisa que lo ama, sabrá a lo que me
refiero… Es cegador, es asfixiante e intenso lo que estos tesoros nos hacen
experimentar con su entrega, su miedo a fallarnos, su necesidad de sentirse
nuestras, su natural dependencia sumisa amplificada por su amor, su sumisión
pura y sincera…, son sensaciones, emociones, experiencias que convierten al
BDSM en una forma increíble de experimentar un vínculo y una conexión emocional
y mental que, aun en la distancia como es mi caso, nada tienen que envidiar al
más intenso de los romances vainillas.
El orgullo del que
hablo aquí no se circunscribe únicamente a su comportamiento como sumisa, que
en el caso de mi propiedad es impresionante y maravilloso, sino más al
sentimiento de orgullo que nos hace sentir el vernos como receptores de tamaña
entrega, confianza y amor… Y digámoslo claro, cualquier vainilla daría lo que
fuera por recibir y experimentar algo como lo que el BDSM y nuestras sumisas
nos obsequian con su amorosa entrega. En mi caso concreto, Arwen ha llegado a
manifestar su intención de seguir creciendo y vinculándose a mí al punto de
terminar convirtiéndose en mi esclava, y yo me pregunto: ¿Qué sentiré entonces,
si hoy por hoy, sólo como mi sumisa, me transmite estas sensaciones?
5º. CONCLUSIÓN
Quien afirme que una
relación sentimental y el BDSM no son compatibles, no sabe lo que dice, después
de todo se pierde dos grandes placeres difíciles de igualar: Tener la sumisión
de una mujer que lo ama, y amar a una sumisa que se posee y domina. En mi caso,
afirmo sin duda alguna, que después de conocer este vínculo, puedo afirmar lo
que en su día con certeza aseveraba: No puedo amar sin BDSM, pero no puedo ser
Amo de mi sumisa sin amarla
Sirius B