viernes, 17 de marzo de 2023

Sobre el collar y su poder

 

  El título de la entrada es muy ilustrativo, de modo que no cabe hacer puntualizaciones ni dar excesivas explicaciones respecto al mismo dado que, al menos para los auténticos miembros de este colectivo, la significación, el poder, la simbología que tiene el collar no es algo que deba tomarse a la ligera, muy por el contrario, tanto asumir el collar como otorgarlo, bien sea por imposición o por petición, trae consigo una serie de responsabilidades por la parte Dominante y obligaciones para la parte sumisa, y viceversa.

  En este post tengo como objetivo poner de manifiesto, sirviéndome de mi propia experiencia reciente como de variados artículos que he leído al respecto, mi propia visión del collar la cual, sin perder la esencia misma y básica emanada del propio BDSM, puede diferir tenuemente de la apreciación que sobre el mismo se tiene, aunque no por ello es menos válida que las demás pues como siempre he dicho, el BDSM, y como en este caso sus elementos, puede vivirse y experimentarse como bien uno prefiera, eso sí, sin perder de vista nunca el CSS ni el CRS.

  El post estará dividido en cuatro partes, a saber: En primer lugar, y de forma muy sucinta, daremos un contexto al collar, un par de pinceladas sobre su posición en la historia y cómo esto a impactado en nuestra visión del mismo. En segundo lugar, mi visión del collar, cómo para mí es más que un simple símbolo. En tercer lugar, explicaré la implicación que tiene el collar en la relación D/s y el vínculo que con él se genera. Y, por último aunque no por ello menos importante, los distintos tipos de collar que a mi criterio existen, o al menos las connotaciones que podemos darle.

  Como siempre digo, todo lo que aquí voy a desarrollar está redactado bajo mi propia perspectiva, desde mi propia experiencia y de las distintas publicaciones relativas al collar que he leído. No pretendo, por lo tanto, ser una cornucopia de verdades absolutas, sino transmitir mis conocimientos, mi punto de vista sin más pretensión que el compartirlo.

 

1º. UN POCO DE CONTEXTO

 

  Para nadie es ajeno que el collar como tal es un poderoso símbolo en nuestro colectivo, un símbolo que viene a dejar clara la relación entre el Amo y su propiedad, es la materialización misma del sentimiento de posesión que comparten ambas partes de la relación (sea del tipo que sea). Pero ¿de dónde nace este significado? ¿por qué usamos un collar para marcar a nuestra propiedad como nuestra?

  Remontémonos brevemente a la Antigua Roma, donde es por todos bien sabido la esclavitud urbana existía gracias, principalmente, a la cantidad de cautivos que los ejércitos romanos traían de sus conquistas, cautivos que, por supuesto, jamás podían tener la misma consideración de un romano como tal. De esta cultura es de donde se consiguió el collar mejor conservado del mundo y la historia, el collar Zoninus.

  El collar Zoninus es una pieza histórica datada del siglo IV d. C., el único collar conocido que todavía contiene una etiqueta de su anillo de cuello de alambre de hierro. También actúa como el ejemplo perfecto de esclavitud urbana durante el Imperio Romano cristiano. Tiene una gran inscripción en el cuello del mismo que reza "Fugi. Tene Me. Cum Revacaveris Me D. M. Zonino, Accipis Solidum", que se traduce como “"Me he escapado. Atrápame. Si me devuelves a mi maestro Zoninus, recibirás el pago de un Solidus", esto venía a decir, en esencia, que el esclavo se había fugado y que, con toda probabilidad, volvería a hacerlo.

  Este tipo de collares eran más bien una condena, un castigo para quienes se veían en esta situación, eran de hierro ya que de esa forma se garantizaba que fuera inamovibles o el esclavo en cuestión no pudiera quitárselo. Sin embargo, también hay indicios de collares extraíbles, tal vez pensados para que el portador pudiera sacárselos una vez alcanzara su libertad. Pero claro, no todos tenían esta fortuna, y los que llevaban el cuello adornado con uno similar al Zoninus sabían que el peso del mismo los acompañaría por el resto de su vida, serían eternamente propiedad de una persona, nada más que una pertenencia que, con algo de suerte, tendría algún privilegio si su amo se sentía misericordioso o poseían un mínimo de consideración.

  Por supuesto, el collar se transformó en un símbolo de esclavitud, en un símbolo de pertenencia, una idea que con el tiempo se asentó en el imaginario y subconsciente colectivo y se fue transmitiendo de generación en generación hasta nuestros días, donde la connotación bárbara de sus orígenes, al menos en nuestro colectivo, ha sido sustituida por algo menos agresivo, aunque en esencia el espíritu del collar como signo inequívoco de propiedad sigue presente.

 

2º. EL COLLAR ENTRE NOSOTROS: MUCHO MÁS QUE UN MERO SÍMBOLO

 

  De todos los símbolos que tiene el BDSM no puedo negar que para mí el collar es el más poderoso, el más hermoso y el que más respeto me merece, después de todo, y de hacerse bien, podemos conseguir que el collar se lleve física, psicológica y emocionalmente, dicho de otra forma, si somos buenos Amos y Amas, si ayudamos a nuestra propiedad a crecer, si logramos someterlo o someterla en mente, cuerpo y alma, lograremos que el collar se lleve alrededor del cuello, y de forma invisible en la mente y el corazón.

  Es un símbolo de poder, ya que cuando se lo imponemos a nuestra propiedad consagramos y materializamos nuestra posesión sobre ella, nuestro dominio sobre su cuerpo, mente y alma, es la cristalización misma de nuestro poder sobre ella o él, es un recordatorio permanente del vínculo, de la unión y el lazo que nos une. A mi criterio, el collar es para nosotros, lo que un anillo es para los vainillas. Es más, existen anillos con la forma de collares que se pueden obsequiar a nuestra propiedad.

  Es un objeto hermoso, lo es, y aunque los hay más o menos bonitos, no podemos negar que la visión de nuestra posesión a nuestros pies, o esperándonos sobre la cama de rodillas, con el collar que le hayamos impuesto adornando su cuello, es una visión del todo increíble y emocionante. Nunca antes experimenté una sensación similar a la que sentí el día en que le impuse el collar a mi ya ex sumisa, un sentimiento de emoción, de poder, de unión brutal, y el tacto del adorno en su esbelto cuello… en fin, quien lo ha vivido sabe de lo que hablo, y quien no lo ha hecho todavía, no sabe lo que se ha perdido.

  Esto lo hablo desde mi posición de Dominante, sin embargo, he conocido sumisas que sienten un gran respeto por el collar, tanto así, que existe una expresión quasi poética para llamarse entre sumisas, y digo entre sumisas porque ha sido a ellas a las que se la he escuchado, aunque imagino que entre sumisos será igual: Hermanas de collar, haciendo referencia precisamente a este elemento tan característico que une a las propiedades incluso entre ellas.

 

3º. LA TRASCENDENCIA DEL COLLAR EN LA RELACIÓN

 

  Creo que no hace falta que reitere la idea que he querido dejar clara a través de la presente entrada, esto es, la importancia del collar en nuestras relaciones y el impacto que, siempre a mi juicio, tiene este elemento entre un Amo y su propiedad. Es por esto que en este apartado me gustaría profundizar más en esta cuestión, revisar de un modo más detenido la trascendencia psicológica y emocional que el uso del collar aporta al vínculo Amo/Ama y sumisa/sumiso/esclava/esclavo.

  Así pues, y como punto de partida, me gustaría dejar bien claro que el collar no es un objeto vulgar y ordinario que sirve para parecer más Amo/Ama o ser más o menos guay ante nuestro colectivo, no es un objeto para tomarlo como un trofeo o para ir poniéndolo o aceptándolo a lo loco. Esto va muy ligado a otra idea que siempre he dejado clara en este blog: Ser Amo/Ama no es algo trivial, no es un juego sin más, tomar posesión del alma, mente y cuerpo de una persona es un asunto serio, algo que implica responsabilidad, sensatez y compromiso, y no hay mayor materialización de esta idea que la misma imposición/entrega del collar. Cierto es que podemos usar distintos collares para distintas fases (esto lo veremos en el siguiente punto), pero es igualmente cierto que el collar no se entrega porque sí, no se conoce a una persona y a las dos horas se le está entregando un collar, y esto quiero que quede indiscutiblemente claro: El collar no es un juguete como pueden serlo unos grilletes o esposas, un collar es un elemento serio, que lleva aparejado responsabilidades y obligaciones como el propio rol de Amo/Ama.

  Dentro de esta idea, lo mismo es de aplicarse a las sumisas/sumisos, aceptar un collar ha de ser una idea muy meditada, se ha de estar preparado para hacerlo, no es cuestión de aceptar sin más y ciegamente un collar impuesto por el Amo/Ama, él o ella ha de sentir que el collar es una extensión material de su entrega, es decir, la consagración misma de la posesión del Amo/Ama, no una decisión aleatoria que viene en un momento determinado porque sí, está chulo y me gusta. Como dije en el párrafo anterior, el collar ha de sentirse alrededor del cuello, pero también en la mente y el corazón.

  De esta forma, el collar, y como digo siempre a mi entender, ha de imponerse o pedirse cuando la relación y el vínculo esté afianzado, cuando la confianza, el respeto y la unión de ambas partes trascienda más allá de la piel, cuando la propiedad actúa con una mirada de su Señor/Señora, cuando la voz del Dueño/Dueña impulsa al sumiso/sumisa/esclava/esclavo a obedecer, o a sentir ese hormigueo de obediencia y entrega que un sumiso/sumisa bien conoce. Cuando se alcanza ese punto de unión, de vínculo, de conexión físico, mental y emocional, es el momento de pedir o imponer el collar.

  Lo que viene tras ello es increíble, de esas emociones y sensaciones que sólo el BDSM permite experimentar y sentir, esa comunión quasi mística que nos enlaza a quienes disfrutamos de este mundo, quienes lo disfrutamos y exprimimos al máximo.

  El collar, por lo tanto, supone el punto álgido entre un Amo/Ama y su propiedad, sea el tipo de relación que sea, siempre es un punto de inflexión, como dije antes, y reiterando el símil, una auténtica argolla de compromiso/matrimonio del mundo vainilla, sólo que en este caso, y de hacerse las cosas bien, el collar va más allá de un mero objeto en el cuello. Es más, existen rituales, ceremonias de imposición de collar, y en muchas ocasiones son auténticas bodas en nuestro colectivo, con invitados, sesión de fotos y hasta votos intercambiados, aunque los hay más sencillos, aunque no por ello menos válidos, una sesión especial, un instante íntimo, cualquier modo es único si sabemos cómo y cuándo ha de hacerse.

  Sin perjuicio de lo anterior, me gustaría incidir en el hecho de la relevancia que tiene entregar el collar, el cismo psicológico y emocional que para ambas partes supone introducirlo llegado el caso, siendo este la materialización misma de todas las obligaciones, deberes, responsabilidades, privilegios y derechos que los propios roles, una vez asumidos y consolidados, conllevan. Y así como actuar con desconsideración, insensatez e idiotez supone la diferencia entre un auténtico Dominante/Dómina de uno payaso y falso, utilizar el collar sin criterio ninguno, desposeerlo de su trascendencia y reducirlo a un mero elemento de presunción, hace que su utilización no sea más que una experiencia vacía y desposeída de todo vestigio de respeto, belleza y poder.

 

4º. TIPOS DE COLLARES Y SUS POSIBLES USOS

 

  Quiero que se tenga en cuenta, como siempre, que esto que explicaré en este apartado, así como todo lo que he desarrollado antes, es sólo desde mi perspectiva, no pretende ser la verdad absoluta ni una certeza indiscutible, pues, como diría mi amigo y maestro El Faro, el BDSM está a nuestro servicio y no al revés, por lo tanto mi forma de entenderlo puede ser la tuya, lector o lectora, o no coincidir en todo y sólo en parte, o ni siquiera eso y parecerte todo un soberano disparate. Aquí cada quien vive el BDSM y sus relaciones como mejor le parezca, y nadie puede decir que tal o cual práctica, o tal o cual forma de entender nuestro mundo está mal. Dicho esto, permíteme que te desglose un poco los tipos de collares que a mi parecer existen y el uso que de ellos se hace.

  En primer lugar, podríamos hablar de un collar de preparación que, como su propio nombre indica, está pensado para familiarizar a nuestra propiedad con la sensación de portar el auténtico, aquel que le impondremos definitivamente. Podríamos decir que se trata de un collar de prueba, el cual puede ayudar a decidirnos si realmente habrá o no collar, si la decisión ha sido precipitada o acertada, etc., es un instrumento valioso de conocimiento y experimentación, al mismo tiempo que introduce a nuestra posesión en las sensaciones, físicas y psicológicas, que portar el collar trae consigo. Este collar, una vez impuesto el definitivo, puede quedar reservado para paseos y salidas, o para ocasiones en las que se prefiera llevar este a lucir el más estéticamente elaborado.

  En segundo lugar, encontramos un collar de adiestramiento o castigo, en este caso, y el nombre vuelve a ser orientativo, se trata de un instrumento de disciplina, un elemento que puede ser muy útil cara a diferenciar los auténticos actos de disciplina de aquellos que son juegos más de placer. En mi caso, por ejemplo, tengo uno que es levemente más ancho que los demás y confeccionado con un material levemente más rígido, no es excesivamente incómodo, pero sí lo suficiente como para que su uso no sea agradable.

  Y, por último, aunque desde luego no por ello menos importante, el collar, así, sin más, sin apellidos, sin matices, sin apelativos, será ese collar que le impondremos a nuestra propiedad como si de una alianza de matrimonio se tratara, ese símbolo de nuestra posesión y de su entrega, de nuestro compromiso a cuidar de él o de ella y de atesorar lo que nos dé, y del suyo a darnos todo cuanto le sea posible, mente, alma y cuerpo. Ese signo del vínculo que queda más que establecido, el cénit de la relación D/s.

  En este caso yo recomiendo un collar bonito, o visualmente diferente, algo que guste portar a la propiedad, que no sólo el tacto la haga sentirse cómoda y gustosa de llevarlo, sino también la visión del mismo, por supuesto la elección caerá en nuestras manos, de eso no cabe ninguna duda, pero en esto, como en todo, es importante que tengamos en cuenta los gustos y preferencias de la persona que nos ha dado todo de sí de un modo tan incondicional y estremecedor.

  Como dije al principio de este ítem, esta es mi clasificación de los collares, y tampoco ha sido muy profusa en detalles ni pretendo aseverar que he descubierto América, sino dar unas pinceladas de un tema que, personalmente a mí, me parece un universo fascinante y cargado de matices. Como dije al principio, el collar me parece el elemento más poderoso y hermoso de cuantos componen nuestra colección de instrumentos y elementos representativos, un objeto cargado de simbología, significado y, en mi opinión, hasta algo litúrgico y místico dentro de nuestro mundo.

  Como siempre digo, lo demás está en vosotros y vosotras, en lo que más os guste, en lo que prefiráis. Igual consideráis que con un único collar basta, o con dos, o tal vez utilizáis cinco, diez, quién sabe, quizá este tema os parece una tontería mayúscula y me mandáis a chupar un limón, o… en fin, ya me entendéis, aquí cada quien decide cómo vivir, explorar y experimentar este mundo, y que nadie os diga que vuestra visión, vuestra forma de practicar y disfrutar del BDSM y el universo infinito de posibilidades que nos ofrece está bien o mal, simplemente sed vosotros y vosotras, dejaos llevar y nunca olvidéis que, eso sí, los límites están ahí para respetarlos, y recordad siempre las seis claves para una relación BDSM sana: Consenso, seguridad y sensatez, confianza, respeto y sinceridad.

Se despide hasta la próxima

Vuestro amigo

 

Sirius B 

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