“Nunca fui tan libre como desde que tu cadena me ata, nunca
volé tan alto como desde que a tus pies me arrodillo”
Cuando leí esta
maravillosa declaración de una sumisa a su señor una idea apareció casi de
forma automática en mi mente, una idea que en forma de explicación dio
respuesta a un interrogante que muchas veces se me ha planteado al decir que
una relación BDSM del tipo que sea (en mi caso una pareja) hace a las dos
partes libres, y la pregunta suele ser: ¿Cómo puede ser libre una persona que comparte
una relación de dominación y sumisión? Será libre el Amo, no la sumisa.
Es posible que a
simple vista esto sea así, en efecto, sin rascar un poco más y quedarse en la
superficie en una pareja-BDSM sólo uno de los integrantes es libre; no obstante
si indagamos un poco, si reflexionamos y escuchamos, puedo asegurar que en una
relación BDSM ambas partes son libres, y ello gracias a “la magia de las
cadenas”, un simpático concepto que me saqué de la manga el día en que leí la
frase del encabezado y que a continuación procedo a explicar, y lo haré de
forma minuciosa pero sin resultar tedioso, dividiendo la exposición en dos
partes: Primero a través de la magia de las cadenas en un plano
material/sexual/erótico, para luego exponer la magia de las cadenas más
emocional, más psíquica.
1º. Bondage, símbolo de poder pero también de libertad
Existen muchísimos
elementos asociados al BDSM, sin embargo el más reconocido de ellos, y aceptado
socialmente me atrevería a decir, es el bondage (ataduras), y ello porque
incluso entre la población vainilla puede darse este tipo de juegos,
popularizados todavía más gracias a la saga fílmica y literaria 50 Sombras…
¿Quién no ha sido atado o esposado a la cabecera de la cama en más de una
ocasión como un modo de romper con la rutina? Más de una pareja me atrevo a
afirmar, y no necesariamente miembros del colectivo del BDSM.
¿Y en qué radica el
atractivo de este tipo de prácticas? Simple: En el sometimiento, en la
sensación de poder que la parte dominante ejerce sobre la parte atada, saber
que está a su entera disposición, indefensa/indefenso, dependiendo de él o ella
en todos los sentidos, en el significado más amplio de la palabra… Es
suya/suyo, y ahí radica el atractivo, al menos en mi opinión y desde mi rol de
dominante.
El bondage, no
obstante, está lleno de matices en el BDSM, se va más allá de unas esposas o
una cuerda, se traspasa la línea de la cabecera y se busca el placer, la
sensualidad, e incluso la belleza a través de la visión de un cuerpo a nuestra
entera disposición, sin más límites que los marcados y conocidos de antemano,
obsequiándonos un amplio margen para hacernos disfrutar y hacer disfrutar a
nuestra pareja.
Así el dominante se
hace libre a través del bondage, utiliza las cadenas, los grilletes, las
cuerdas o un simple trozo de satén o seda negra para liberar su dominio,
“extasiarse” de poder, de autoridad, de sensualidad y placer, ya que sólo en
los límites encuentra la frontera, dentro de aquellos puede ser él mismo,
dominar, poseer, sentir como suya a la otra persona, recorrer el sendero de la
libertad sexual sin prejuicios, sin censuras, confía en su sumisa, disfruta de
su sumisión, del poder que le transmite, y sabe que con ella todo es posible
pues no habrá críticas, no habrá desconfianza, no habrá condenas que atraviesen
sus labios… Es libre para ser él mismo.
¿Pero y la sumisa,
cómo puede sentirse libre con cadenas, grilletes, cuerdas o trozos de satén o
seda reteniéndola, sujetándola, sometiéndola? Porque no existe nada más
liberador que la confianza absoluta, la tranquilidad plena, saberse a salvo en
manos de una persona que conoce las fronteras marcadas, alguien sensato a quien
se ha entregado de forma consensuada y segura, quien no sólo la protege, sino
que convierte su entrega en un instrumento de placer, rompiendo los tabúes,
haciéndola explorar nuevos horizontes, y todo en un entorno que le proporciona
la suficiente seguridad y tranquilidad como para sentirse libre, para ser ella
misma, disfrutar entregándose en manos de su señor, de su amo, alguien que ha
trabajado para conocerla en todas y cada una de sus facetas, que le ha
demostrado que la respeta, que actúa con responsabilidad, en definitivas
cuentas, que se ha ganado su confianza absoluta e incuestionable, que es
consciente de dónde está su umbral, dónde está el placer y dónde se
transformaría en dolor… Y bordea esa delgada línea, y ella más libre se siente,
pues en la atadura puede desatarse, una peculiar paradoja como la que
experimenta en ese momento, la de una libertad encadenada… Es libre para ser
ella misma.
La magia de las
cadenas material, por así llamarla, no sólo puede experimentarse a través del
bondage, aunque en mi opinión es el ejemplo perfecto, la mejor vía para conocerla
y experimentarla plenamente, en toda su extensión, en todo su significado.
2º. Dominación y sumisión, libertad en estado puro
Quizás esta parte
sea más sencilla de explicar y entender que la anterior, no en vano partimos de
la base que una relación BDSM es un pacto entre iguales, personas libres y con
voluntad y criterio propio, que deciden llevar adelante una fantasía en la cual
asumen un rol, y lo hacen de un modo consensuado, seguro y sensato, además de
con sinceridad, respeto y confianza mutua. Por lo tanto, no hay que perder de
vista que sólo mientras se esté en los roles y durante el tiempo que dure la
relación, el intercambio de poder, el dominio y la sumisión, se mantendrá
activa y nunca se ha de olvidar que en la realidad fuera de la pareja, en la
vida misma, ambos poseen voluntad propia, ambos son iguales y ambos son libres,
no hay jerarquía, no por ser hombre se está por encima de la mujer, esto no es
machismo, esto es BDSM… Como siempre digo: Ante todo somos personas, no roles.
Dicho lo anterior, y entrando ya en la magia de las cadenas más espiritual,
emocional y/o psíquica, tengo que decir que, y al igual que sucedía en el
apartado anterior, hablaré desde mis conocimientos de mi rol de dominante y de
los testimonios que sumisas y sumisos que he conocido han tenido la cortesía de
compartir conmigo.
Ya en el mero acto
de someterse a una persona, cederle el control de ciertas parcelas de su vida y
de la relación que compartan, puede apreciarse la libertad, no en vano si la
decisión no es tomada por voluntad propia, sin criterio, y sin siquiera ser
consciente de lo que se está haciendo o en quién se está confiando, el
consentimiento imprescindible para que exista BDSM está viciado, no cuenta, es
nulo, y por lo tanto no existe BDSM.
Teniendo esto claro,
es decir, que la propia decisión de entrega es un acto de libertad, lo
siguiente es conocer cómo se puede ser libre sometiéndose a una persona, y la
respuesta no es demasiado difícil: Al someterse y ceder el control de ciertos
ámbitos, y siendo el dominante una persona sensata, alguien con las ideas
claras, madura y responsable, éste ayudará a la sumisa/sumiso a sentirse libre
de toma de decisiones que, en cualquier caso, él como dominante tomará en su
lugar, por supuesto siempre velando por el bien de su sumisa…
“Nunca fui tan libre
como desde que tu cadena me ata”… Y ello es posible porque mi cadena te sujeta
pero no te asfixia, no te impide volar, te guía cuando es necesario, te educa
cuando es preciso, rodea tu cuello, pero tú tienes la posibilidad de quitártela
cuando así lo desees, pues yo dominante sensato, respeto tus decisiones,
respeto tus límites, te respeto como mujer, te respeto como sumisa… “Nunca volé
tan alto como desde que a tus pies me arrodillo”… Porque jamás te obligué ni
obligaré a hacerlo, porque lo hiciste libre, y libre seguirás, porque pese a
que te domino, a que ejerzo poder sobre ti, es una fantasía que compartimos,
una relación que nos da placer, nos gusta y disfrutamos los dos, no hay
egoísmo, no hay desconsideración… Arrodíllate a mis pies, que yo admiraré tu entrega,
la corresponderé, no abusaré de ella, la tomaré como un tesoro, será mi
instrumento para llevarnos por la senda de la pasión y el placer, será mi vía
para ayudarte a crecer, ya no sólo como mi sumisa, sino también como mujer,
como persona… Siéntete libre, porque eso eres, y aunque juntos compartamos esta
relación, tú entraste libremente y libremente, si lo deseas, te marcharás.
Cuando un dominante
recibe la entrega absoluta de su sumisa, ya no sólo física, sino también
emocional y psíquica, sería un idiota si despreciase ese obsequio, si lo
utilizase para su beneficio egoísta, si no lo correspondiese con la entrega de
su dominio sensato, seguro y placentero…
“Nunca fui tan libre
como desde que tu cadena me ata”… Ni yo tan libre como desde que te sometiste a
mí, pues tu entrega, tu sumisión me hace ser yo mismo, me da confianza,
seguridad y libertad, me hace ser natural, me da placer, me llena de pasión, de
deseo y admiración por ti, sujeto la cadena y con dicha, pues tu amor, tu
devoción y sumisión, me hacen ser libre… “Nunca volé tan alto como desde que a tus pies
me arrodillo”… Y yo nunca fui tan libre como desde que te tengo a mis pies,
desde que me dedicas esa mirada incomparable, la mirada de mi sumisa, henchido
de orgullo le concedo a esos ojos mi libertad, pues sé que contigo nada he de
temer, puedo ser yo, sin prejuicios, sin que me condenes, me has dado tu
confianza, te has puesto a mis pies, y yo con ese simple acto soy natural, soy
tuyo, así como tú eres mía, soy tu señor, tu amo, como tal actúo donde puedo, y
lo hago de forma libre y tranquila, sin aguardar reproches, sin temer
cuestionamientos…
El BDSM nos ha
unido, nos ha vinculado, nos ha dado las cadenas que hoy nos enlazan, las
mismas que rodean tus muñecas y te doblegan a mí en la visión más exquisita y
sensual que los dioses hayan concebido, las mismas cadenas que rodean tu cuello
y que yo sujeto con pulso firme y mano dura… El BDSM nos ha unido, y del mismo
modo nos hace libres.
Sirius B
Dedicado a mi sumisa: Arwen
Muy buen maestro ha tenido Ud. Enhorabuena.
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