En alguna ocasión he
hecho referencia ya al papel que como Amo deseo ejercer sobre mi futura sumisa,
es decir, ese dominante que soy y el Amo al que aspiro ser con la observancia y
cumplimiento de ciertos principios básicos junto a los cuales se encuentran los
tres pilares sobre los que se sustenta el BDSM, consenso, seguridad y sensatez.
Es posible, aunque
deseo que poco probable, que con mis escritos haya podido generar una idea
“equivocada” de mi espíritu y naturaleza dominante, esto es, que a lo mejor más
de alguien pueda pensar que pretendo ser un Amo excesivamente complaciente, o
blando para con mi sumisa, que me doblegaré en extremo a su voluntad y con mi
actitud encarnaré a un Amo que lo es sólo en su título, o reservado a momentos
puntuales en los cuales pueda ejercer este papel más allá del mero simbolismo…
Nada más lejos de la realidad, una cosa es que respete, cuide y, en su caso,
hasta ame a mi sumisa, pero algo muy distinto es que por culpa de tales
sentimientos olvide quién soy y quién es ella en los roles dentro de nuestra
relación BDSM.
Si algo he aprendido
con la lectura de artículos y blogs de personas con más experiencia que yo en
el BDSM, y concretamente de labios y pluma de dominantes que cargan sobre su
espalda décadas de experiencia, es que el arte de la dominación es el
equilibrio perfecto entre autoridad, control y dominio por un lado, y afecto,
respeto y madurez por otro, es decir, lo que yo he venido a bautizar como el
dominio con clase, pues a mi parecer tan ridículo es aquel Amo que se cree que
con insultos, golpes y vejaciones, todo ello sazonado con dureza y frialdad, es
un Amo cojonudo, como aquel otro que se doblega en extremo a la voluntad de su
sumisa hasta desdibujar por completo su rol dentro de la relación, y si bien es
cierto que cada cual entiende y vive el BDSM como mejor le parece, y que nadie
tiene la verdad absoluta ni el manual del buen Amo o la sumisa de oro, es
igualmente cierto que en el BDSM, y particularmente en una relación D/s, hay
que cumplir con unos mínimos para mantener la magia y el morbo del juego.
Así pues, lo que yo
entiendo como dominio con clase viene a significar que en mi futura relación
D/s actuaré como un Amo comprometido con la relación, que procuraré conocer a
mi sumisa como tal y como persona, y la respetaré en todas las áreas en las que
el respeto sea un elemento esencial, áreas como sus límites, la palabra de
seguridad, sus objetivos personales, etc., lo que en cualquier caso no obsta
para que imponga mi dominio, autoridad y control cuándo, cómo y dónde a mí me
plazca teniendo en consideración por supuesto los mínimos principios y valores
expuestos.
Iría en contra de mi
naturaleza y de mi visión del BDSM que si mi sumisa comete un error por segunda
vez, habiéndole yo dado un primer aviso, deje ese error sin castigo, o que si
me apetece someter a mi sumisa, respetando por supuesto los límites
consensuados previamente, lo haga cuando a ella le parezca y no cuando yo
quiera; así mismo, si quiero disciplinarla en su comportamiento, y para ello he
de aplicar prácticas como el uso de grilletes, la jaula, el spanking o los
azotes, me resulta igualmente lógico que pueda hacerlo sin que ella muestre
oposición injustificada o se niegue en rotundo sólo porque no le da la gana, después
de todo yo soy el Amo y ella la sumisa.
Claro, todo esto que
digo, que es sólo una pincelada a modo de ejemplo, ha de hacerse con buen
criterio, con clase, con madurez y responsabilidad, lo cual ha de estar
sazonado, y que nadie dude que lo estará, con una fuerte autoridad, rudeza y
una dosis de crueldad cuando toque, pues si por algo me caracterizo es por mi
lado algo sádico, y no lo puedo negar, si he de darle a mi dominio cierto grado
de crueldad, por supuesto dentro de los límites del BDSM, lo haré.
Por supuesto, siendo
mi sumisa por encima de todo mi pareja, he de observar esos principios propios
de seres civilizados, sensatos y responsables, y no negar los obvios
sentimientos que entre ambos habrá, pero que nadie se equivoque, no por amarla
voy a ser un Amo blando o débil, pues a mi entender no es mejor amo aquel que
se muestra excesivamente complaciente, ni tampoco aquel que roza la fina línea
del maltratador, sino aquel que domina con clase, aquel que hace de su dominio
una vía para alcanzar el placer mutuo, aquel que ejerce su autoridad con
fuerza, rudeza y firmeza, pero nunca sobrepasando los límites pactados ni
tampoco ignorando las normas básicas del BDSM o las acordadas con la sumisa…
Dominar a la sumisa, respetando a la persona.
Sirius B
Siendo objetiva y tan solo basándome en sus escritos, lo considero un dominante equilibrado que sabe conjugar el cariño con la "rudeza", el afecto con el castigo. Un dominante equilibrado que sabe cuando y como impartir cariño o dominio es el mejor dominante que puede ver y usted sin duda lo es.
ResponderEliminarOh, muchísimas gracias, littlebrat, de verdad
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