He hablado muchas
veces sobre el respeto, algo que sin embargo es importante ya no sólo en el
BDSM, sino en todas nuestras relaciones humanas, respeto a nuestras decisiones
o a las de otros, respeto a nuestra libertad de pensamiento y a las de otros, a
nuestra forma de sentir o a las de otros, etc. Es por esto que junto a los tres
pilares fundamentales (CSS), integro junto a la confianza y a la sinceridad el
respeto como parte de ese exágono de normas básicas en el BDSM.
Hay mucho sobre lo que podría explayarme en
relación al respeto dentro del BDSM, pero en esta ocasión quiero hablar en
concreto sobre el respeto fundamental de los límites y como bajo ningún
concepto estos pueden verse atropellados de modo alguno por ninguna de las
partes. Porque sí, no sólo la parte sumisa puede tener límites, sino que la
parte dominante también, y en ambos casos son igualmente respetables.
Estructuraré la
entrada en dos grandes bloques: En el primero explicaré lo que son los límites
y su relevancia, y en el segundo la trascendencia que tiene el respeto a los
mismos y como la indebida intransigencia puede estropear toda la relación D/s y
el vínculo de confianza y seguridad que se haya generado en ella. Me gustaría
puntualizar que aunque yo hable de Dominantes y sumisas, como bien he dicho en
muchas oportunidades, ello es porque soy heterosexual y son los roles que mejor
conozco, lo que no implica que en el BDSM, como en la vida, exista variedad y
lo que aquí digo no sea aplicable a Dóminas y sumisos por igual.
1º. LOS LÍMITES
Cuando pensamos en
el BDSM y sus prácticas, no es difícil darnos cuenta de la variedad que existe
de ellas y la peligrosidad que tienen arraigada algunas, lo que propicia que no
todas sean del gusto de la totalidad de nuestro colectivo, sin olvidar que
entre los miembros existe también una inmensa diversidad, siendo quizás la más
distintiva aquellos que practican únicamente D/s o bien únicamente sado.
Frente a este
panorama, se hace preciso por tanto crear un medio de garantizar que el BDSM
esté para el goce y disfrute de quienes lo practicamos, con independencia de si
queda circunscrito sólo al ámbito sexual o como forma de vivir nuestras
relaciones. Para ello existen los límites, que no son otra cosa que las fronteras
que se pueden llegar a trazar para que la relación BDSM, del tipo que sea, se
desarrolle de forma sensata y segura sin traspasar esas barreras previamente
establecidas y así, en ese entorno delimitado, vivir al máximo la experiencia y
disfrutarla en plenitud.
Podemos definir, en
consecuencia, los límites como ese conjunto de barreras, muros, como quiera
llamárseles, con las cuales trazamos una zona de confort en la cual aspiramos a
experimentar el BDSM y todo lo que puede aportarnos de forma segura y sensata.
Estos límites pueden ser muy variados, y dependen de los gustos y preferencias
de cada miembro de la relación, de forma que se hace muy recomendable conocer
las prácticas que existen en el BDSM, no de manera exhaustiva, pero sí a
grandes rasgos con tal de crearnos una lista de límites y preferencias, siendo
los primeros los más importantes.
En mi caso, por
ejemplo, son límites infranqueables la familia, las amistades, la economía y el
trabajo, o sea, yo no intervendré en ninguno de estos ámbitos de la vida de mi
sumisa (cuando llegue), al menos no de motu proprio, y si llego a hacerlo,
porque ella así me lo pida, lo haré sólo en la economía y en los estudios o el
trabajo, mas nunca en sus amistades o su familia. Otros límites infranqueables
en mi caso son los juegos con agujas, con sangre o fuego, así como la
coprofilia y la lluvia arcoíris.
Puede suceder,
porque así he conocido casos, de personas que tenían establecidas ciertas
prácticas como límites a priori, pero cuando, por cualquier motivo, han
terminado experimentándolas (siempre por propia decisión desde luego) las
aceptan y fomentan su práctica en la relación. A estos me gusta conocerlos como
límites blandos, es decir, a diferencia de los infranqueables estos pueden
variar su estatus de límites y transformarse en una práctica. Por ejemplo, uno
de mis límites blandos es el uso de mi sumisa del cinturón de castidad, o bien
el animalismo, o los juegos médicos o el empleo de máscaras en los roles.
2º. EL RESPETO A LOS LÍMITES
Una vez hemos
establecido nuestros límites, y tenemos claro cuáles de ellos son
infranqueables y cuáles podríamos traspasar en un momento determinado, es
fundamental que se lo hagamos saber a la persona con quien pretendemos
establecer una relación BDSM del tipo que sea, ya que son estos, en combinación
con el conocimiento que de nuestra persona tenga la otra parte, la que nos
ayudará a crear la magia, esa atmósfera que se genera cuando ambas partes
asumen sus respectivos roles.
Bajo mi criterio, es
fundamental que el Dominante conozca los límites de la sumisa, de esta forma, y
conociéndola previamente como persona, podrá convertirse en un Amo completo,
alguien que no sólo conoce las fronteras dentro del rol, sino también los
gustos y preferencias de la mujer tras aquel. Del mismo modo, si hace
conocedora a la sumisa de sus gustos, preferencias y límites, podrá contribuir
a que ella desempeñe su rol de una forma más eficiente y placentera para el
Amo, contribuyendo así a crear un clima D/s perfecto, exquisito y fantástico
para experimentar, vivir y disfrutar cada uno en su rol.
Para conseguir lo
anterior, resulta crucial que el Dominante respete los límites de la sumisa
dado que, de hacerlo correctamente, generará en ella una sensación de confianza
y tranquilidad que la hará sentirse completamente suya, sabrá que en su señor
puede confiar, que la conoce de tal modo que puede dejar la seguridad de la
sesión, y de todo aquello que le ceda, en sus manos sin pensárselo demasiado.
Otro efecto que
conlleva el respeto a los límites, y su consiguiente clima de confianza y
seguridad, es la salud y estabilidad emocional y mental de nuestras
propiedades. Si nuestra sumisa sabe que puede confiar en nosotros, que
respetamos sus límites, que la respetamos como persona, estará tranquila,
serena, podrá dedicar su mente, desposeída ya de toda tensión o miedo, a crear
nuevas formas de crecer como sumisa y como persona, lo que redundará en una
mayor entrega hacia su Amo, y por tanto una actitud positiva de aquel para con
ella, lo que incrementará las posibilidades de tener una relación BDSM sana y
placentera para ambas partes.
Sin embargo, si de
buenas a primeras el Dominante desoye los límites de su sumisa, no los respeta,
le exige cambios y renuncias sólo por absurdo y necio egoísmo, porque no le
complacen, si impone su voluntad y sólo se hace lo que él quiere, cuando él
quiere y como él quiere, lo que provocará será una atmósfera privada de toda
confianza, basada en el miedo y la imposición desproporcionada e irrespetuosa,
perjudicará emocional y mental mente a su propiedad y, ya cuando se aburra de
ella, la dejará reducida a una persona triste y destrozada, insegura de sí
misma y sin motivación alguna para seguir adentrándose y conociendo este mundo
nuestro y su propio mundo interior.
Jamás, bajo ningún
concepto, una sumisa puede renunciar a sus límites infranqueables, y sólo si
ella lo desea puede romper las barreras de sus miedos y abrirse a romper con
sus límites blandos. Nunca una sumisa puede permitir que un Dominante
cualquiera, sólo porque se dice ser Dominante, haga con ella lo que quiera, la
haga renunciar a sus principios y le diga que porque tiene más o menos límites,
o porque estos le gustan más o menos, es una mala sumisa, o la compare con
otras que, bien por desconocimiento, bien por inseguridad, bien por estar mal
enseñadas, permiten que los Dominantes hagan con ellas lo que les plazca e
incluso las obliguen a renunciar a sus propios límites, convicciones,
sentimientos y pensamientos.
Así como antes de
dominar a nadie un Dominante debe dominarse a sí mismo, una sumisa antes de
someterse a alguien ha de someterse a sí misma, entregarse y ser fiel a sus
principios, límites e ideas, y del mismo modo, el paso previo de respetar a un
señor es respetar su propio señorío interior.
Sirius B
No hay comentarios:
Publicar un comentario