martes, 18 de agosto de 2020

Charlemos un poco sobre los castigos



  Este es un tema muy poco recurrente en foros y grupos de Facebook, desconozco la razón, pero creo que ello se debe a lo personalísimo que resultan los castigos según cada quien, a modo de ejemplo, hay Dominantes que tienen tablas hechas previamente, es decir, califican las faltas en leves, graves y muy graves, y en base a esta calificación atribuyen unos puntos sobre los cuales determinan el castigo que procede a tal o cual transigencia. El problema que tiene este sistema a mi parecer, es que tras un determinado tiempo la sumisa puede aprender a regular sus acciones para conseguir tal o cual resultado, lo que a la postre termina matando un poco la magia ya que le quita la espontaneidad. Hay quien directamente no castiga, sino avisa y cuando va a aplicar el castigo con el que lleva amenazando a lo largo de infinidad de advertencias, la sumisa cambia su actitud, pide perdón y se muestra en extremo dócil, consiguiendo así librarse del castigo. Demás está decir que este sistema tan permisivo despoja a la relación D/s de toda esa erótica de fuerza y poder que la caracteriza y la hace única.

1º. ¿CÓMO DEFINIR EL CASTIGO?

  En el BDSM el castigo tiene dos connotaciones, por un lado, la del castigo propiamente dicho como reforzamiento y corrector, connotación que no es exclusiva de nuestro colectivo, y por otro, como elemento cargado de erotismo y sexualidad que contribuye a mantener la relación D/s como tal, en tanto en cuanto es una de las manifestaciones físicas del poder del Amo sobre su propiedad. Así, y en base a estas connotaciones, podríamos decir que el castigo es una manifestación del poder del Amo sobre su propiedad, potestad que ejerce con el fin de disciplinar, educar y corregir a su sumisa.
  Por supuesto el castigo, como práctica circunscrita al BDSM, debe llevarse a cabo en cumplimiento de las 3 bases de nuestro colectivo, a saber, consenso, seguridad y sensatez, sin olvidar que tras aquel ha de existir motivaciones razonables, esto es, no resulta admisible castigar a la sumisa por el mero placer de hacerlo, toda vez que para disfrutar de la humillación o el dolor existen prácticas pensadas específicamente para ello.
  A mi criterio los castigos han de ser espontáneos, o sea, que según cada momento y circunstancia se determine por el propio Amo qué castigo imponer dado que, si seguimos el ejemplo anteriormente mencionado de las tablas, como dije se pierde la magia, la gracia en tanto en cuanto la sumisa puede perfectamente moverse en los límites.
  Por otro lado, y esto también es una apreciación mía, los castigos pueden ser grandes instrumentos de los que servirnos para reconducir alguna conducta o comportamiento dañino de nuestras sumisas, eso sí, siempre que no sobrepasemos sus límites y sopesemos muy bien cuánto bien y cuánto mal podemos hacer y gane el primero.

2º. CASTIGOS Y RESTRICCIONES

  Junto con los castigos físicos encontramos las privaciones o restricciones, de decir, la retirada de algún privilegio o de algo que puede molestar a la sumisa. Por ejemplo, si se han acordado cierto número de horas para su esparcimiento personal, ocupar unos minutos de esas horas para cumplir cierta tarea o penitencia, como puede ser escribir en un folio lo que hizo mal o estar contra la pared de rodillas.
  No obstante hay que tener muy claro cuál es la diferencia entre derechos de la persona y privilegios de la sumisa, no os creáis, hay quien no lo tiene tan claro y se cree que visitar a la familia o hablar con los amigos son privilegios de la sumisa y no derechos de la persona. Castigar a una sumisa con no ver a su familia, o que no hablará con los amigos, aislarla en cierta manera, no es BDSM, sino que raya la delgada línea del maltrato.
  Por ejemplo, se puede castigar a la sumisa mediante sus gustos en las sesiones, bien conocidos por su Señor, y si a ella le gusta, digamos, el sexo oral y nosotros, como personas sensatas satisfacemos este gusto, pues se le puede privar de ello durante x sesiones a modo de privación de privilegio.

3º. LA LEY DEL HIELO COMO CASTIGO

  Desde siempre he abogado por la compatibilidad entre BDSM, afecto, amor y ternura (tengo una entrada sobre este tema) y creo que proporcionar dulzura a nuestra sumisa, incentivar su entrega mediante la correspondencia de ella con caricias, besos, detalles, otorgamiento de privilegios en las sesiones o en la propia relación, etc., es lo mínimo que ha de hacer un Amo para mantener un clima adecuado y sano en la relación, sin perder de vista que este tipo de conductas positivas ayudan más que los propios castigos a motivar a la sumisa a crecer como tal y como persona.
  No obstante hay un castigo muy relacionado con este comportamiento, y es el famoso castigo de la ley del frío, del hielo o del silencio, como bien gustéis, y consiste básicamente en privar a nuestra sumisa de esa ternura, de ese amor, en la medida de lo posible por supuesto, y castigarla con la indiferencia durante un tiempo determinado.
  He leído de sumisas que este tipo de castigo les duele más que cualquier azote o postura forzada, ya que sienten lejos a su señor, se sienten mal por su comportamiento y buscan recuperar la normalidad en un corto plazo de tiempo. Sin embargo, y esto me gustaría aconsejarlo no por experiencia personal sino por el testimonio de sumisas que lo han vivido y he tenido la fortuna de leer, el impacto psicológico no es despreciable y alargar este castigo por demasiado tiempo puede resultar hasta traumático y dañino, de modo que, y esto vuelve a ser una apreciación mía, la ley del frío ha de ser un último recurso tras haber fallado todo lo demás.

4º. RECONDUCCIÓN POSITIVA: UNA GRAN ALTERNATIVA AL CASTIGO

  Tal vez haya Amos a los cuales no les sea de agrado castigar físicamente o privar a su sumisa de algún privilegio, algo completamente respetable pero a mi criterio erróneo por las razones antes expuestas.
  Pues bien, existe una alternativa a esto: La reconducción positiva, es decir, premiar los buenos comportamientos y los aciertos de la sumisa con privilegios y premios. ¿Funciona? Seguro que sí, pero a mi parecer le quita tanto encanto al BDSM como el excesivo abuso de poder.
  Es por ello que yo siempre defiendo la compatibilidad entre castigos y premios, toda vez que una cosa no es excluyente de la otra, de forma que si recompensamos los buenos comportamientos de nuestras sumisas, recompensamos sus iniciativas, y castigamos sólo las faltas y errores reales y razonables, podemos cumplir con la premisa aristotélica de “en el centro está la virtud” y poder así tener una relación D/s sana y fantástica.

Sirius B

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