Si hay algo que
desde pequeño me ha inculcado mi padre es que el respeto se gana, no se impone,
y lo mismo sucede con otros sentimientos como el afecto, la admiración, el
cariño o el amor, principio que no sólo se aplica en las relaciones
sentimentales o de pareja, sino en todos los ámbitos de la vida. Entonces yo me
pregunto: ¿Por qué hay Dominantes que
actúan fría y egoístamente con sus propiedades? ¿Por qué intentan imponer la
entrega de la sumisa a través de actitudes autoritarias, distantes y que rayan
la delgada línea de la crueldad? ¿Será que se creen que ser un buen Amo
significa palos, humillaciones, insultos y ser gélido como un iceberg?
Hay muchos
Dominantes que se piensan que cuando se cruzan con una sumisa, aunque esta no
sea su propiedad ni tenga intención de serlo, han de reverenciarlos, referirse
a ellos como mi señor y entregarse como si fuesen suyas, de modo que las tratan
con vulgaridad, despotismo y una autoridad a veces desmedida y, desde luego,
inmerecida. No es mejor Dominante quien actúa como un déspota distante, sino
quien sabe conquistar la mente y el alma de la sumisa, ganarse su respeto y por
lo tanto su entrega. Y he aquí la diferencia clave entre los Dominantes payasos
y los auténticos.
Así, y gracias a
señorucos como estos que, con el respaldo de novelas y relatos eróticos donde
se retrata a los Dominantes como personajes fríos, traumatizados y sin
capacidad de sentir afecto (no existe ejemplo mejor que las dichosas 50
Sombras), sostienen que en el BDSM no hay espacio ni para el cariño/amor, ni
tampoco para el romanticismo o la ternura. ¿Y qué es el aftercare, hijos míos?
¿No hay espacio tras una sesión para cuidar de nuestra propiedad, para ayudarla
a sentirse bien, para mimarla y aliviar el dolor y el esfuerzo físico y
emocional al que la hemos conducido con nuestra dureza, fuerza y autoridad? La
respuesta de esos payasos es que no, que la sumisa tiene que aguantar porque
para eso eligió ese rol, y como sumisa que es prácticamente ha nacido para eso.
Muy Mal, sólo puedo decir esto.
En esta entrada
pretendo, como habrá podido apreciarse, dejar muy claro que un poco de azúcar
en el BDSM no está mal y es perfectamente viable, y que los Dominantes no somos
unos locos apáticos y déspotas hechos para maltratar, humillar y vejar a
nuestras propiedades sin ton ni son.
1º. ¿QUIÉN ES EL AMO DÉBIL?
Siempre he pensado
que el miedo a enamorarse o tratar con afecto, cariño o ternura a una sumisa
radica principalmente en el pánico que tienen algunos Dominantes de ser vistos
como personas débiles, como si actuando con calor o cariño las sumisas les
dejasen de ver como figuras de poder o autoridad. Nada más lejos de la
realidad, basta con ver la relación entre los padres y los hijos, o entre un
alumno y un profesor por el que se puede sentir respeto, aprecio o admiración,
son figuras de poder y autoridad que, salvo que suceda algo muy grave y en
contadas excepciones, se han ganado estos sentimientos con su comportamiento y
actitud, no a golpe de grito.
Como llevo dejando
claro desde el principio del blog, a mi entender ser un buen Amo no pasa por el
maltrato injustificado y la humillación desmedida, sino que depende de la justa
mezcla entre sal y azúcar, es decir, saber muy bien cuando mostrarse como esa
figura de poder o fuerza, cuando castigar y corregir, cuando guiar y orientar,
cuando ser amigo y pareja y cuando Amo y señor.
Desde que salí de la
mazmorra he defendido, y así seguiré haciéndolo hasta que se me demuestre que
estoy equivocado, que la mejor vía para
alcanzar la meta de la sumisión de nuestra propiedad no es ser frío y déspota,
sino mostrarse como alguien equilibrado, alguien que no tema demostrar sus
sentimientos por miedo a parecer débil, alguien que no castigue un buen gesto
de su propiedad con un desprecio, sino con una caricia o un gesto amable, que
fomente la sumisión y no la convierta en una obligación impuesta por el miedo a
una reacción negativa, y ello porque la línea que separa el BDSM del maltrato
puede cruzarse con mucha facilidad si no se tiene autocontrol y dominio sobre
sí mismo.
Los Amos débiles no
son aquellos que se muestran como los humanos que son, sino los que actúan como
máquinas sin sentimientos, y ya no sólo en una relación BDSM de pareja, sino
incluso en una simple relación D/s circunscrita sólo al ámbito sexual y a las
sesiones esporádicas. Recuerdo que en mis primeras charlas, hablé con una
Dómina que es sádica, y ella fue quien me dijo que BDSM y romanticismo no eran
incompatible, que para todo había tiempo pues todo tenía su momento y su lugar.
Es obvio que habrá
personas más o menos frías porque está en su carácter, eso es inevitable desde
luego, pero una cosa es ser frío o apático porque nuestra personalidad es así,
y otra muy distinta es forzarnos a serlo porque creemos, erróneamente, que ser
Dominante pasa necesariamente por ahí, y así nos granjearemos el respeto y la
admiración de las sumisas.
2º. ¿Amor y BDSM?
Dejaré a un lado
temporalmente las relaciones esporádicas de BDSM y me centraré en las relaciones
de pareja, bien sea con el BDSM limitado sólo al ámbito sexual e íntimo, o bien
sean parejas que integran en su relación diaria el D/s de alguna forma (sea
24/7 o a medio camino de este). ¿Es posible que haya amor en este tipo de
relaciones? Claro que sí, y sinceramente me cuesta muchísimo pensar que en una
pareja, aunque sea entre un Amo y su sumisa, no exista amor. Hay quien pensaría
que el amor implica la muerte de la dominación y de la sumisión, y yo le diría
que no, porque la forma de demostrar amor en este tipo de relaciones es
precisamente mediante el BDSM.
Tengo la sensación
que, como dije hace un par de entradas, la necesidad de algunos de los miembros
de nuestro colectivo de distanciarse lo más posible de las relaciones vainillas
alcanza tal cuota de intensidad, que de pleno se privan de experimentar el amor
en una relación de pareja-BDSM y todo por pensar que el amor implicará ser
vainilla.
A mi criterio, y así
me gustaría aplicarlo cuando encuentre mi sumisa, el BDSM es una forma alternativa
no sólo sexual, sino sentimental, ya que la intensidad con la que se
experimentan los sentimientos, ese vínculo potente, esa confianza casi
inquebrantable que se forja a lo largo de las sesiones y gracias al respeto del
CSS y del CRS, son formas alternativas de experimentar el amor mucho más
profunda que las relaciones vainillas, y ahí, amigos y amigas, radica la
principal diferencia entre nosotros y los vainillas.
Sí, es muy posible
que alguien sostenga que los vainillas pueden perfectamente aspirar a lo mismo
sin necesidad de meter BDSM por medio, pero lo cierto es que la intensidad ni
de lejos será igual, la confianza, el vínculo Amo/sumisa, el respeto a las
normas consensuadas en la relación, que erigen un marco seguro en el que
moverse y experimentar al máximo las emociones, es algo irrepetible. La
diferencia la encontramos en la entrega, precisamente en la sumisión y en la
dominación, ninguna mujer vainilla se entregará del modo en que lo hace una
sumisa, y ya ni qué decir una esclava, y ningún hombre vainilla se implicará
tanto en el cuidado, la protección y el amor a su pareja como sí que lo hace un
Amo para con su propiedad.
Quizás hallamos más
respuestas a esto en las bases del BDSM, en sus protocolos, en sus actuaciones,
en la palabra de seguridad, en la responsabilidad de ambas partes, en el
compromiso y en la implicación que conllevan este tipo de relaciones, pues no
hay que perder de vista que dominar a una persona, someterla o bien
esclavizarla, comporta una responsabilidad casi sagrada. Y lo mismo en la otra
dirección, someterse y entregarse a una persona a ojos cerrados, tras comprobar
y saber que dicha persona es digna de ello, supone casi un acto de fe que
magnifica, ipso facto, cualquier sentimiento que pueda sentirse hacia esa persona,
y no nos llamemos a error, si hay alguien que ama intensamente, con todas las
consecuencias que eso acarrea, esa es una sumisa, y para ello sólo me remitiré
a lo que se conoce como la mirada de la sumisa, una visión que encandila a los
Dominantes y que muchos aspiran a experimentar dado que vista desde arriba es
algo mágico, tan mágico como la atmósfera creada por el propio Amo.
En definitivas
cuentas, quienes piensan que el amor, la ternura o las emociones más propias de
los vainillas no tienen su espacio en el BDSM y sus relaciones, se equivocan
estrepitosamente. Aquellos Dominantes que se dicen grandes y fantásticos por
ser déspotas, fríos y distantes, que se ganan el “respeto y la devoción” de su
propiedad a gritos, vejaciones y desprecios, sólo propiciarán que personajes
como Cristian Gray sean el paradigma de lo que somos, el arquetipo y el molde
en base al cual se nos juzga, y generarán sumisas dañadas, mal enseñadas, sin
voluntad ni valores propios.
¿Cómo, en
conclusión, conseguimos ser buenos amos? Conociendo a la persona y a la sumisa
por igual, y no perdiendo de vista lo que siempre digo: Somete a la sumisa
respetando a la persona, y me permitiré añadir que, en los casos de relaciones
sentimentales no hay que perder de vista que nuestra sumisa es nuestra pareja,
y nuestra pareja es nuestra sumisa.
Nota: Por favor, quiero recordar que aunque hable de Amos y
sumisas, es porque escribo desde mi punto de vista, ello no implica que en nuestro colectivo todo se reduzca a
heterosexualidad, sino que existe la misma diversidad que en la vida.
Sirius B
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